Pupi y los fantasmas

Pupi y la rebelión
en la granja

María Menéndez-Ponte

Ilustraciones de Javier Andrada

A Leila,
por su inestimable ayuda
durante tantos años.

Al tío Ramón le ha surgido
un grave problema en su granja,
y Pupi ha decidido viajar con Conchi hasta allí
para ayudarle a solucionarlo.

–¡Conchi, tienes que ir a la cerda!
¡A la cerdaaa!

–¡Achúndala, neniño!
¿Cómo voy a ir adonde la cerda
si aún no hemos llegado a la granja?

Pupi le señala con la mano
la dirección que debía haber tomado.

–Era a la cerda, Conchi, no a la derecha.

Conchi da la vuelta,
aunque no está muy convencida
de haber tomado la dirección adecuada.

–¡Ay, Pupi! ¿Tú estás seguro
de que era a la izquierda?

–Sí, Conchi, lo he visto en la hoja
de los burujitos.

–Querrás decir en el plano, Pupi.

–Esto no es un plano, Conchi.
Está lleno de curvas y de montamañanas.

Conchi se ríe de las ocurrencias de Pupi.
Pero al cabo de un rato, exclama apurada:

–¡Achúndala, Pupi, nos hemos perdido!

–No, Conchi, no estamos podridos:
tú sabes dónde estoy yo y yo sé dónde estás tú.

–Ja, ja, ja. ¡Pero qué ocurrente eres, neniño!
Lo que quiero decir es que este no es el camino.

–Entonces es él el que está podrido.

Conchi, muerta de risa,
para el coche en una pequeña ensenada
que hay a un lado de la carretera
para mirar ella el plano.

–¡Ay, Pupi, vamos en la dirección contraria!
¿No ves que tienes el plano orientado al revés?

–¡Andá! ¡Me he desquivocado!
–exclama Pupi.

Un vez que toman la vereda del río,
Pupi reconoce el camino.

–Mira, Conchi,
los chopos han dado un estirón,
como Bego y Blanca –comenta admirado.

–Sí que han crecido desde la última vez
que vinimos –asiente Conchi.

–Yo soy el único que no me estiro.
Voy a tener que comer más chicle.

–El chicle no te hace crecer, Pupi.

–Pues no entiendo por qué:
es la comida que más se estira.