Este ensayo no es un libro de obviedades de fútbol, cada idea hay que trabajársela reflexionando sobre ella en profundidad. Ya en 2007 escribí «El balón es el norte, es un elemento neutral para los dos equipos, su posesión es la razón de ser de este juego, con él pasarán siempre cosas distintas que si no lo tenemos y el partido de fútbol será diferente en función de su mejor o peor administración. El balón nos hace felices de pequeños cuando montamos una pachanga sin fin en cualquier espacio baldío». Desmond Morris ya había asegurado que «El centro de todas las actividades de la “Tribu del Fútbol” es el balón. En tanto objeto material, su principal propiedad es la “movilidad imparcial”».
Para beneficio del fútbol «Os presentamos uno de los inventos que más nos han influido y ayudado: La Brújula…» Afirman los chinos que ellos la habían inventado más de 2.500 años antes de Cristo. Y hay opiniones que, un milenio más tarde, Marco Polo la introdujo en Europa. El artefacto llegó durante el Renacimiento (Siglo XIV) y se pensaba que todo era obra de brujería. Por abundar, el balón de cuero también fue inventado por los chinos en el siglo IV (a.C.).
Enrique Carretero plasmó en «La religión esférica»: «El fútbol está muy ligado a la infancia, esa etapa de la vida en la que la imaginación campa con libertad, confundidas realidad y ficción. De hecho, en el fútbol la gente se comporta como si fuesen niños, como si los devolvieran de manera transitoria a la infancia, lo que siempre ha despertado la perplejidad de quienes no se ven arrastrados por la afición al deporte rey. Pero esa ligazón no solo se entabla a este nivel: el fútbol está relacionado con la infancia porque retrotrae al aficionado hasta ella de un modo onírico, le hace rememorarla y degustarla de nuevo.»
En el libro «Grandes estrategias», de John Lewis Gaddis, leí: «Lincoln recuerda lo que aprendió trabajando como topógrafo en sus años de juventud: La brújula señalará el norte verdadero desde donde te encuentres, pero no avisa sobre los desiertos, ciénagas y desfiladeros que encontrarás por el camino. Si, en la búsqueda de tu destino, te lanzas hacia él sin atender a los obstáculos y no consigues otra cosa que hundirte en una ciénaga…, ¿qué utilidad tiene conocer el verdadero norte?».
Un dicho anónimo me ilustró: «A veces hay que perder el norte para descubrir que se puede ir en otras muchas direcciones. Entendí que para encontrar el norte a veces hay que ir hacia el sur». Es la paradoja del fútbol, «si voy es que vengo; si vengo, es que voy». El balón es la brújula y los equipos que no disponen de balón también precisan de ella, porque el fútbol se juega tanto con balón como sin él. Y no olvidemos que los mejores jugadores de fútbol solamente poseerán la pelota durante tres minutos en su mejor partido. Nelson Falcao resume: «En el fútbol, lo peor que puedes hacer es ver únicamente el balón». Es mi conclusión definitiva: El balón es la brújula del fútbol. .
Fútbol. El balón es la brújula
© 2021, Manuel Rodríguez García. MAROGAR
© 2021, Ushuaia Ediciones
EDIPRO, S.C.P.
Carretera de Rocafort 113
43427 Conesa
info@ushuaiaediciones.es
ISBN edición ebook: 978-84-16496-71-6
ISBN edición papel: 978-84-16496-70-9
Primera edición: enero de 2021
Diseño y maquetación: Dondesea, servicios editoriales
Ilustración de cubierta: © Talaj / Shutterstock.com
Todos los derechos reservados.
www.ushuaiaediciones.es
Preámbulo
Introducción
1. Balón Slazenger Challenge 4 – Star. Argentina 1966
2. Balón Tango Adidas. Argentina 1978
3. Balón Tango Adidas. España 1982
4.Balón Azteca. Méjico 1986
5. Balón Etrusco Único. Italia 1990
6. Balón Jabulani. Sudáfrica 2010
7. Balón Adidas Brazuca. Brasil 2014
8. Balón Adidas Telstar 18. Rusia 2018
Epílogo
El autor
Este ensayo se lo dedico a mi última nieta, Jimena…
¡Un regalo de niña!
«La que escucha. Alegre, sensible e independiente,
con facilidad por hacer amistades.
Siempre quiere aprender cosas buenas»,
dicen que son algunos significados de Jimena.
Quizás, un día, Jimena acabe siendo futbolista
en su lugar de nacimiento. ¡Aupa Athletic…!
Eduardo Galeano nos dejó un excelente legado futbolístico, especialmente en su libro «El fútbol a sol y sombra». Y se refería al balón (la pelota): «Era de cuero, rellena de estopa, la pelota de los chinos. Los egipcios del tiempo de los faraones la hicieron de paja o cáscaras de granos, y la envolvieron en telas de colores. Los griegos y los romanos usaban una vejiga de buey, inflada y cosida. Los europeos de la Edad Media y del Renacimiento disputaban una pelota ovalada, rellena de crines. En América, hecha de caucho, la pelota pudo ser saltarina como en ningún otro lugar. Cuentan los cronistas de la corte española que Hernán Cortés echó a brincar una pelota mexicana, y la hizo volar a gran altura, ante los desorbitados ojos del emperador Carlos».
(…) «La cámara de goma, hinchada por inflador y recubierta de cuero, nació a mediados del siglo pasado, gracias al ingenio de Charles Goodyear, un norteamericano de Connecticut. Y gracias al ingenio de Tossolini, Valbonesi y Polo, tres argentinos de Córdoba, nació mucho después la pelota sin tiento. Ellos inventaron la cámara con válvula, que se inflaba por inyección, y desde el Mundial del 38 fue posible cabecear sin lastimarse con el tiento que antes ataba la pelota» (…) «La llaman con muchos nombres: el esférico, la redonda, el útil, la globa, el balón, el proyectil. En Brasil, en cambio, nadie duda de que ella es mujer. Los brasileños le dicen gordita, gordu-chinha, la llaman nena, menina, y le dan nombres como Maneota, Leonor o Margarita. Pelé la besó en Maracaná, cuando hizo su gol número mil, y Di Stéfano le erigió un monumento a la entrada de su casa, una pelota de bronce con una placa que dice: Gracias, vieja».
(…) «Ella es fiel. En la final del Mundial del 30, las dos selecciones exigieron jugar con pelota propia. Sabio como Salomón, el juez decidió que el primer tiempo se disputara con pelota argentina y el segundo tiempo con pelota uruguaya. Argentina ganó el primer tiempo y Uruguay el segundo. Pero la pelota también tiene sus veleidades, y a veces no entra al arco porque en el aire cambia de opinión y se desvía. Es que ella es muy ofendidiza. No soporta que la traten a patadas, ni que le peguen por venganza. Exige que la acaricien, que la besen, que la duerman en el pecho o en el pie. Es orgullosa, quizás vanidosa, y no le faltan motivos: bien sabe ella que a muchas almas da alegría cuando se eleva con gracia, y que son muchas las almas que se estrujan cuando ella cae de mala manera». Magistral visión que invita a profundizar en los aspectos lúdicos del juego siempre en presencia de un balón que debemos aprender a cuidarlo, a mimarlo, a conservar sus valores fundamentales porque, sin él, sin tratarlo como merece, nunca se ganaría el partido de fútbol.
En w.reflexiondeldia.eu nos orientamos en «La Brújula de la vida», por supuesto siempre mis reflexiones se dirigen hacia lo futbolístico: «Os presentamos uno de los inventos que más nos han influido y ayudado: La Brújula… Los chinos afirman que ellos la habían inventado más de 2.500 años antes de Cristo. Y es probable que se haya usado en los países del Asia Oriental hacia el tercer siglo de la era cristiana. Y hay quienes opinan que un milenio más tarde, Marco Polo la introdujo en Europa. Los chinos usaban un trocito de caña conteniendo una aguja magnética que se hacía flotar sobre el agua, y así indicaba el norte magnético. Pero en ciertas ocasiones no servía, pues necesitaba estar en aguas tranquilas, por lo que fue perfeccionada por los italianos. El fenómeno del magnetismo se conocía; se sabía desde hacía mucho tiempo que un elemento fino de hierro magnetizado señalaba hacia el norte… Mira, para vivir la vida con intensidad también es necesario tener una brújula que nos marque un camino que nos lleve a «buen puerto». Lo difícil será encontrar una brújula buena y de calidad que no nos haga naufragar o perdernos por el camino del curso. Existen muchas brújulas en el mercado de la vida: unas marcan el mínimo esfuerzo, otras el éxito en los estudios, otras marcan hacia pensar siempre el fin de semana… Escoge bien tu brújula para este curso; que te ayude a ser feliz y a llegar sano y salvo a fin de curso».
Esta metáfora de la brújula se manejó mucho antes de que el fútbol se oficializara. El artefacto llegó a Europa durante el Renacimiento (Siglo XIV) y se pensaba que todo era obra de brujería, de ahí lo de «brújula», diminutivo de bruja. Incluso hasta mediados del siglo XIX muchos en Europa creían que la aguja de la brújula apuntaba al Norte porque en el Polo Norte de la Tierra había una gigantesca montaña de hierro o magnetita en medio de una isla imaginaria a la que se llamó Rupes Nigra y que era eso lo que atraía la aguja de la brújula. En su esencia futbolística, es una cuestión de prioridades, el balón no es cuestión de brujería sino de habilidades adquiridas por atletas con inteligencia futbolística.
Y es que, en todo momento, los jugadores deben saber orientarse en el partido de fútbol a pesar de que haya que conjugar muchos factores en juego, de ello dependerá incluso el resultado final.
En el libro «Grandes estrategias» de John Lewis Gaddis, pude leer: «Lincoln recuerda lo que aprendió trabajando como topógrafo en sus años de juventud: La brújula señalará el norte verdadero desde donde te encuentres, pero no avisa sobre los desiertos, ciénagas y desfiladeros que encontrarás por el camino. Si, en la búsqueda de tu destino, te lanzas hacia él sin atender a los obstáculos y no consigues otra cosa que hundirte en una ciénaga…, ¿qué utilidad tiene conocer el verdadero norte?».
La profesora Rebeca Llamedo, nos habló de herramientas básicas entre ellas la brújula como de interés especial para la educación de menores. Dice la RAE que la brújula es un instrumento consistente en una caja en cuyo interior una aguja imantada gira sobre un eje y señala el norte magnético, que sirve para determinar las direcciones de la superficie terrestre. También, en una embarcación, instrumento que indica el rumbo… Y supimos de las tres imágenes que siempre te llegan a la cabeza como identificadores visuales de la orientación: la veleta, el faro y la brújula. En los tres casos, la orientación se relaciona con el asesoramiento, el acompañamiento, la guía… un asesoramiento que colabora en su búsqueda de respuestas, personales, profesionales, emocionales… La brújula es un objeto con un objetivo singular, encontrar el mejor camino posible, señalando al Norte.
Lo que pasa es que yo solo quiero hablar de fútbol y sus sociedades dentro del terreno de juego entre veintidós jugadores en torno a un balón que, al fin y al cabo, dirige los destinos de todos y cada uno de los partícipes en el juego. Las disputas, las colaboraciones, los éxitos, las derrotas, todo ello llega a tener un punto común, una brújula, un instrumento imprescindible en el fútbol: El balón. Y su Norte son los goles, allí donde se puedan conseguir, allí donde se puedan contabilizar. Ese es el magnetismo del fútbol. Porque la brújula en el fútbol no tiene forma de caja, sino que el recipiente en este caso es esférico, antiguamente llegó a jugarse con un conglomerado de calcetines, o de una amalgama de caucho, o de badanas rellenas con vejigas de cerdo… Pero lo fundamental era la manera de domar aquel objeto, unas veces tirándolo hacia delante y correr detrás de él; otras veces queriéndolo controlar el mayor tiempo posible para conseguir avances, o para sustraerlo a la tenencia del equipo contrario.
En «La Ignorática y el fútbol», mi primer libro, me sugestionó un pasaje maravilloso de Osvaldo Soriano en «Memorias del Míster Peregrino»: «Hay tres clases de futbolistas: A). Los que ven los espacios libres, los mismos que cualquier payaso ve desde la tribuna y los ves y te ponés contento y te sentís satisfecho cuando la pelota cae donde debe. B). Después están los que de pronto te hacen ver un espacio libre sin más, un espacio que vos mismo y quizá los otros podrían haber visto de haber observado atentamente. Esos te toman de sorpresa. C). Y luego hay aquellos que crean un nuevo espacio. Esos son los profetas. Los poetas del juego». Un buen alegato en un momento de escasez de «regateadores», de esos «futbolistas a un balón pegados», que tanto agradecen los aficionados y tanto miedo le tienen los entrenadores cuando están en el equipo contrario, mientras que si están en el propio suelen dejarlos en el banquillo. Lejos de donde rueda la pelota…
Estas delicias futbolísticas que nos trasladan a la niñez, no pueden prescindir del relato que el periodista Jean Philippe Rethacker hizo en su libro «El fútbol»: «Dumbé, el niño negro, se quedó parado ante la pelota que tal vez un Papa Noel blanco había depositado ante la casa familiar… era preciso «apoderarse» del balón, quitarle su independencia y su vida. Así aprendió a dominarlo y a amortiguar su fuerza… debería saber «guardarle»; para ello aprendió a regatear y a conducir la pelota… descubrió que podía y debía «ceder» el balón, liberarlo en beneficio de un compañero a quien dirigiera su pase, o en provecho propio, mediante el tiro, último acto supremo del fútbol».
Y otra «delicatessen» de Cristina Peri, en la revista número 44 de «Letras Internacionales»: «Para golpear una pelota, el hombre primitivo sólo tuvo que inventar la rueda, el círculo, o sea, la imaginación… Pero estoy segura de que antes de golpear una pelota de goma o de cuero, nuestros antepasados pateaban las cáscaras de nuez, las naranjas caídas, los pomelos y las bellotas. No gritaban «gol», pero era algo muy parecido».
Por tanto, confirmado que la pelota es el instrumento fundamental de este juego del fútbol. Sin balón no hay partido. Sin dominio del balón, el fútbol es de escaso nivel. Sin tener claro el sentido que debe tomar el móvil, el partido acabaría en anarquía. Por tanto, hay que poner orden, sensatez, organización, el camino debe programarse. Por ello, el balón es la brújula del juego que marca los puntos cardinales del juego.
En 2012 publiqué «Evidencias y paradojas del fútbol», me refería en el capítulo «3.3. Sin instrucciones» a que «El partido sucede, para la mayoría de los aficionados al fútbol, allí donde está la pelota… Habrá gente que dice saber mucho de fútbol porque aprendió que el balón de cuero fue inventado por los chinos en el siglo IV (a.C.). Lo que sí estamos todos los aficionados de acuerdo es que el balón es como un sonajero y nos distraemos con él como si fuéramos niños. Porque, gracias al balón, obtenemos la medalla de oro de los futbolistas: El gol. Un bien escaso en el mundo del fútbol. Y los aficionados presumimos con los goles como si hubiéramos sido nosotros los autores de la acción magistral». Decía Olabe, portero que fue de la Unión Deportiva Salamanca, que «Los goles deben ser un deseo y no una obsesión». Igual que señalaba Menotti: «Un gol es un pase a la red». En todo caso, que no nos pase como aquel «niño bien» que su padre le regaló un balón de reglamento el día de su cumpleaños. Y cuando aquel juguete esférico se mostró ante los ojos sorprendidos del niño, éste preguntó a su padre con la inocencia de quien no jugó nunca al fútbol: ¿Y dónde están las instrucciones?
En «Adiós al fútbol», Valerio Magrelli nos hizo recapacitar: «En China, bajo el Imperio Celeste, se usaba una esfera de cuero rellena de cabello femenino: guardapelo, astro del deseo. En la antigua Roma, para jugar a «pila peganica» se usaba un saco de piel relleno de plumas, quizás como recuerdo de algún vuelo mágico. En Gran Bretaña, en el siglo XIV, quien practicaba el «hurling» (un antepasado del fútbol) utilizaba una tela atiborrada de tapones de corcho, material práctico y basto. Hoy en día, dentro hay aire. En cuanto al envoltorio, habitualmente proviene de Pakistán. Ahí, cientos de familias se pasan la vida recortando y cosiendo balones, balones de fútbol para los domingos de Occidente. Circunferencia: entre 68 y 71 centímetros. Peso: entre 396 y 453 gramos. Presión: entre 0,6 y 1,1 atmósferas (al menos hasta hace poco). Es el fetiche, el objeto de la contienda, el núcleo en torno al que rota el sistema solar del fútbol».
Quizás debiéramos partir de una idea aglutinadora como la de Stephen Covey en «Primero lo primero», una idea muy práctica para el mundo del fútbol del que deseamos una evolución conceptual para el fin de siglo: «El reloj representa los compromisos, las citas, los horarios, las metas, las actividades: lo que hacemos con el tiempo y cómo lo administramos. La brújula representa nuestra visión, nuestros valores, nuestros principios, nuestra misión, nuestra conciencia moral, nuestra orientación: todo lo que sentimos que es importante y el modo como dirigirnos nuestra vida. La lucha se desencadena cuando percibimos una brecha entre el reloj y la brújula».
Ya en 2007, firmé un capítulo titulado «El balón es la brújula» y me extendí en otras disquisiciones teóricas: «El balón es el norte, es un elemento neutral para los dos equipos, su posesión es la razón de ser de este juego, con él pasarán siempre cosas distintas que si no lo tenemos y el partido de fútbol será diferente en función de su mejor o peor administración. El balón nos hace felices de pequeños cuando montamos una pachanga sin fin en cualquier espacio baldío. Ni a los jugadores, ni a los espectadores les importa que el balón tenga una circunferencia entre 68 y 71 centímetros y su peso oscile entre los 396 y 453 gramos».Y dice Eden Phillpotts: »El universo está lleno de cosas mágicas que esperan pacientemente a que se agudice nuestro ingenio». Desde la antigüedad, el balón marca el estilo de los equipos de fútbol con la magia de su movilidad. Es la brújula con la que se guían los jugadores. Sin él están perdidos, nunca encontrarán un espacio favorable pues se encontrarán fuera de lugar, como no participando en la fiesta del fútbol. Nos ilustra Maradona: «A mí, jugar con la pelota me daba una paz única…» Desmond Morris aseguró que «El centro de todas las actividades de la Tribu del Fútbol es el balón. En tanto objeto material, su principal propiedad es la «movilidad imparcial». También Jean Giraudoux poetizó: «… el equipo da a la pelota el motor de once malicias y once imaginaciones».
Por tanto, el reto está ahí planteado después de tanto tiempo pululando por el territorio de la misma idea. Perfeccionemos los modos, las maneras más sutiles posibles, de jugar con y sin balón para evolucionar un fútbol del futuro, en la búsqueda permanente de excelencia. Pero insistiendo convencidos de que el balón tiene que ser el que une, el catalizador, el que rompe los egoísmos, el que marca un norte orientador. Y seguramente no quedará más remedio que basarse en estas herramientas para superar crisis como la que se propagó a partir de marzo como consecuencia de la pandemia de «coronavirus» y que originó la ruptura de calendarios, presupuestos y cuestiones que formaban todo el orden establecido en la «industria del fútbol».
Será por casualidad, pero supimos que la brújula fue inventada en China; también que el balón de cuero vino de allí; y ahora, después de tantos años practicando fútbol, nos vienen a decir que el «coronavirus» de la Liga 2019/20 también puede hablar chino, un suceso absolutamente circunstancial que no puede significar ningún estigma ni penalización moral para nadie. Ojalá que fueran también los chinos quienes aportaran su máxima creatividad que permitiera una salida del túnel a la máxima velocidad para continuar la evolución de esta industria, ahora dañada gravemente, como tantas otras en el planeta.
Esta temporada fue cercenada, aunque afortunadamente en España pudo continuarse la Liga jugándose con limitaciones propias del caso. Fueron 11 jornadas finales que supuso un cambio en el liderazgo que ostentaba hasta entonces el Barcelona, las Reglas incluso supusieron novedades como las de realizar dos paradas a los 30 minutos para hidratarse y que los entrenadores pudieran ajustar algunos aspectos tácticos, aunque nada tan fundamental como celebrar cada contienda sin presencia de público en las gradas de los Estadios, eso sí, las televisiones paliaron tan importantes ausencias.