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Introducción

Hablemos de educación, de virtualidad, de contextos, de redes, de programas y aplicaciones, de diálogos, de oportunidades y desafíos, de roles y responsabilidades, de experiencias reales y posibles. Esa es la invitación que encierra este libro, escrito en un momento en que el aislamiento y distanciamiento pusieron en jaque propuestas educativas presenciales y nos desafiaron a tender puentes urgentes para intentar sostener vínculos pedagógicos prescindiendo del espacio físico compartido.

Sin embargo, más allá del contexto particular en que se gesta, este libro es producto de un debate extenso, permanente y no carente de tensiones sobre el lugar de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) en los procesos de enseñanza y aprendizaje, sobre la posibilidad de ampliar los límites del aula recurriendo a estas y sobre las oportunidades, los problemas que pueden surgir al proponer recorridos formativos que desafíen tiempos y espacios comunes. Este libro es producto, también, de un diálogo sostenido con colegas de diferentes regiones.

Desde esos cruces, nace esta propuesta que alienta a responder, de modo singular y situado, qué implica enseñar de manera virtual y cómo hacerlo. Para ello, planteamos diferentes puntos de acceso en forma de preguntas que nos permiten compartir algunas ideas acerca de cómo planificar, implementar y evaluar propuestas educativas mediadas por TIC a fin de generar oportunidades de aprendizaje.

Cuando hablamos de TIC, estamos pensando en redes, dispositivos, programas y aplicaciones que nos permiten acceder, transmitir y manipular información, pero también conectarnos e interactuar. No creemos que sea posible separar lo tecnológico de lo político, lo social y lo cultural. Asumimos, en este sentido, que las tecnologías digitales han modificado las representaciones y prácticas de los seres humanos, dando lugar en el ámbito educativo a nuevas modalidades y formas de enseñar y aprender.

Estas reflexiones se vinculan a una concepción de la educación como diálogo, como construcción compartida, no solo con quienes participan de nuestras propuestas en la virtualidad, sino también con colegas que comparten el desafío de imaginar, gestionar, evaluar propuestas mediadas por tecnologías digitales en contextos desiguales, muchas veces atravesados por limitaciones y obstáculos. Desde esta perspectiva, entendemos que diseñar una propuesta en la virtualidad implica encontrar el mejor modo de sostener ese diálogo.

Este libro se estructura en 27 preguntas, en las cuales abordamos dimensiones que consideramos fundamentales para decidir acerca de cómo enseñar de manera virtual: aspectos relativos al análisis y diagnóstico del contexto educativo, decisiones que asumimos para planificar nuestros recorridos y acciones que llevamos a cabo al implementarlos y evaluarlos. Hemos desarrollado el contenido de manera recursiva, por lo que ciertas dimensiones que planteamos en una pregunta se retoman y profundizan en otras. Esta característica está explícitamente señalada mediante frases que remiten a preguntas previas o posteriores. Así, quien interactúa con el libro puede optar por leerlo de manera secuencial o “saltar” de un fragmento del escrito a otro como podría hacerlo en un texto digital ante la presencia de hipervínculos (links).

Por otra parte, hemos incluido testimonios de docentes de diferentes disciplinas/áreas acerca de sus experiencias educativas durante el aislamiento social preventivo y obligatorio que tuvo lugar en 2020 por la pandemia del Covid-19. Si bien se trató de una situación de emergencia frente a la cual los docentes se vieron obligados a virtualizar repentinamente sus propuestas, los fenómenos ocurridos durante ese período permiten pensar en distintas dimensiones de la enseñanza virtual incluso en contextos que no habían recurrido previamente a la educación mediada por tecnologías. Creemos que esas experiencias, surgidas en un contexto tan complejo, pueden ayudarnos a pensar y repensar intervenciones. Agradecemos especialmente a Candelaria, Mónica y Cecilia, María Agustina, Agustina y Sol, la generosidad de compartir sus experiencias y reflexiones. Nuestro agradecimiento, también, para Elena, coordinadora de esta colección, por el modo en que su lectura atenta y sus observaciones enriquecieron esta propuesta.

Finalmente, en la Bibliografía proponemos algunas lecturas que pueden contribuir a ampliar el diálogo que aquí iniciamos, multiplicar preguntas y construir colaborativamente nuevas respuestas que alienten a revisar y fortalecer nuestras estrategias para enseñar en y desde la virtualidad.

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¿Qué implica enseñar de manera virtual o en la virtualidad?

Cuando enseñamos de manera virtual, planificamos e implementamos propuestas educativas que buscan generar oportunidades de aprendizaje mediante tecnologías de la información y la comunicación (TIC). Estas tecnologías —dispositivos, programas, aplicaciones y contenidos digitales, entre otros— habilitan, según indican los investigadores norteamericanos Nicholas Burbules y Thomas Callister (2008), un entorno, espacio o ciberespacio en el cual se pueden desarrollar las acciones e interacciones propias de los procesos formativos. Así, a partir de las posibilidades tecnológicas, los docentes y los estudiantes sostienen procesos de enseñanza y de aprendizaje aun cuando no compartan un espacio de formación convencional, como un aula o un gimnasio, e incluso aunque intervengan en momentos distintos.

Las propuestas de educación que se llevan a cabo sin que docentes y estudiantes coincidan en los espacios y los tiempos convencionales y propios de la enseñanza presencial no son novedosas. De hecho, la llamada educación a distancia se viene desarrollando desde hace más de ciento cincuenta años. Inicialmente, como explica el profesor español Lorenzo García Aretio (1999), esta modalidad respondía a la necesidad de ofrecer formación a adultos a lo largo de la vida. Los sistemas educativos de aquel momento, con su organización e infraestructura, no podían dar respuesta a esa demanda, por lo que se empezaron a gestar nuevas modalidades. En la Argentina se rastrean antecedentes de educación a distancia en los cursos de dibujo por correo postal que ofrecía la Escuela Panamericana de Arte (inicialmente Escuela Norteamericana de Arte) en la década de 1950 y otros cursos ofrecidos por diferentes instituciones.

La educación a distancia, que inicialmente recurrió a los materiales impresos, el correo postal, la radio y la televisión, se ha ido transformando con los cambios tecnológicos hasta utilizar en la actualidad las TIC, en especial Internet. Paralelamente a estas transformaciones en materia tecnológica, con el paso del tiempo se han revisado y modificado los principios pedagógicos y metodológicos propios de las propuestas de enseñanza a distancia, e incluso las demandas y las necesidades por las que se recurre a este tipo de formación. Así, para algunos autores como los especialistas argentinos Gisela Schwartzman, Fabio Tarasow y Mónica Trech (2014), en la medida en que se cuenta con nuevas tecnologías que ofrecen la posibilidad de generar espacios de encuentro en línea, la distancia (entre docentes y estudiantes, y entre estudiantes) podría dejar de ser la característica más distintiva de este tipo de formación. De hecho, en la actualidad esta modalidad no surge únicamente cuando no es viable la educación presencial, e incluso en ocasiones, como explicaremos unos párrafos más abajo, se combina con instancias educativas presenciales. Estos cambios han suscitado la aparición de nuevos y múltiples términos para denominar esa modalidad de formación, entre los que destacamos: educación a distancia en línea, educación en línea, teleformación, e-learning, enseñanza virtual, aprendizaje virtual, aprendizaje en red, educación en ambientes o entornos virtuales, enseñanza en la virtualidad, enseñanza sin presencialidad.

En este libro hablaremos de enseñar de manera virtual, enseñanza virtual, propuestas de enseñanza virtual y, como veremos en la siguiente pregunta, de recorridos virtuales.

Pero ¿qué entendemos por enseñar de manera virtual? Como hemos anticipado, entenderemos que se enseña de manera virtual cuando, usando el entorno tecnológico que brindan las TIC, se planifican e implementan acciones educativas que buscan generar oportunidades de aprendizaje en situaciones en que los participantes del proceso formativo no comparten un mismo espacio físico (por ejemplo, un aula en una escuela) ni en ocasiones las mismas coordenadas temporales. Así, en contextos de enseñanza virtual, se habla de:

Comunicación o intercambio sincrónico cuando las acciones e interacciones formativas se llevan a cabo con la presencia simultánea de los participantes en el entorno tecnológico habilitado para la formación (por ejemplo, una clase organizada por videollamada).

Comunicación o intercambio asincrónico en los casos en que las acciones e interacciones formativas se realizan de manera diferida, sin la presencia simultánea de los participantes (por ejemplo, el caso en que un docente filma sus explicaciones acerca de un tema —con Zoom, por ejemplo— y comparte la grabación en un blog o un grupo de WhatsApp para que los estudiantes la miren cuando puedan).

Para enseñar de manera virtual, el docente tendrá que poner en juego los conocimientos sobre los contenidos de la propia disciplina/área y sobre las metodologías de enseñanza, el manejo de la dinámica de la clase y las alternativas de evaluación, así como sus conocimientos y habilidades acerca de las nuevas tecnologías y sus combinaciones con recursos más tradicionales. Además, será fundamental que se sensibilice acerca de las posibilidades que los estudiantes tienen de acceder a los recursos tanto desde el punto de vista material (acceso a los dispositivos y a Internet) como procedimental y cognitivo. En definitiva, la enseñanza virtual implica no solo saberes pedagógicos y disciplinares, sino también tecnológicos, al menos básicos.

Es importante tener en cuenta que se enseña y aprende virtualmente tanto fuera de los sistemas de educación formal como en los contextos formales propios de las instituciones educativas. De hecho, son cada vez más frecuentes los talleres o cursos que especialistas en diferentes disciplinas u oficios dictan por fuera de cualquier contexto institucional, así como los seminarios de posgrado e incluso las carreras de grado que ofrecen las universidades o institutos terciarios para cursar en línea.

Por otra parte, la enseñanza virtual se puede desarrollar en la totalidad de un curso, seminario de formación o actualización, taller o asignatura, o solo en una etapa o componente de la formación, como por ejemplo una unidad de un programa, una clase o una actividad específica, una secuencia didáctica. En este sentido, diversos especialistas en Tecnología Educativa coinciden en reconocer modalidades diversas para la integración de la virtualidad en las propuestas formativas: propuestas de enseñanza completamente virtuales, propuestas de enseñanza híbridas o mixtas, y propuestas de enseñanza presenciales con algunas instancias virtuales. En la tabla 1 se exponen las características básicas de cada una de estas modalidades.

A su vez, como detallaremos en la pregunta 3, podemos transitarlas en forma autogestionada, autoadministrada o autoasistida, o bien interactuando con docentes, tutores, etc.

Como se puede advertir, aunque las TIC son indispensables para la enseñanza en la virtualidad, las claves de este tipo de propuesta no se encuentran explorando el mero funcionamiento de los recursos tecnológicos. De hecho, en procesos formativos virtuales las TIC se suelen combinar con otros recursos más tradicionales como el libro impreso. Para comprender cabalmente qué implica enseñar de manera virtual, es necesario reflexionar sobre los aspectos vinculados a los objetivos y al contexto de enseñanza; el rol del docente y del estudiante en la formación, y sus representaciones acerca de las TIC y de la enseñanza con estas tecnologías; los tipos de decisiones al momento de diseñar la propuesta de enseñanza y los pasos durante este diseño; los recursos tecnológicos disponibles, tanto las tecnologías actuales como las más tradicionales; los materiales didácticos, incluyendo los preparados por el responsable de la formación y los disponibles en Internet; la elaboración de consignas; los “apoyos” que se puede brindar a los estudiantes y la evaluación, entre otros aspectos importantes. También será necesario explorar las TIC y sus características, y los procesos sociales y culturales a los que dan lugar, y preguntarse por la presencia de estas tecnologías en la educación.

Ante la imposibilidad de abarcar todas estas dimensiones en un mismo apartado, en esta sección hemos elaborado una respuesta muy general (e incluso provisoria) a la pregunta planteada, respuesta que iremos profundizando y complejizando al retomar los aspectos recién mencionados en las diferentes preguntas del libro. De esta manera, apuntaremos a comprender qué implica enseñar de manera virtual considerando tanto sus particularidades y ventajas como sus problemas, riesgos y desafíos.

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¿Qué entendemos por recorridos virtuales?

“Recorrido” es una palabra con muchos sentidos: el diccionario nos dirá que es la acción y el efecto de recorrer; es tanto un espacio transitado como uno que se transita o se ha de transitar; es, también, un itinerario previsto… Nos parece una metáfora muy rica para nuestra propuesta, porque cuando vamos a emprender un recorrido —por más simple que sea— siempre tomamos algunas decisiones:

Sobre un rumbo —caminaremos por un sendero marcado o por un espacio más abierto, hacia una dirección o hacia otras, por una zona conocida o exploraremos una nueva…— o algunos hitos —primero este lugar, después este otro—.

Sobre las metas del recorrido.

Sobre lo que esperamos conocer, ver o hacer mientras lo realizamos.

Sobre el mejor modo de transitarlo.

Sobre los materiales o las herramientas que llevaremos.

O, quizá, sobre todas estas dimensiones en forma conjunta, incluso en recorridos cotidianos, como los que transitamos al ir de paseo. Pero, además, si se trata de un recorrido un poco más complejo —pensemos en una excursión— y compartido, tendremos que saber con quiénes iremos, qué decisiones asumiremos de modo individual y cuáles serán colectivas, qué responsabilidades comunes y diferenciales tendremos, con qué recursos contamos, cómo sostendremos colaborativamente la experiencia…

Pensaremos estos sentidos de los recorridos en diálogo con propuestas formativas desarrolladas en el entorno que ofrecen TIC: de este modo, en el contexto de este libro, un recorrido virtual o en la virtualidad es un itinerario —transitado, que estamos transitando o que vamos a transitar— en el que interactuamos alumnos o participantes, docentes o coordinadores, contenidos y recursos tecnológicos, a partir de una planificación compartida. Y diferenciamos aquí entre alumnos y participantes, docentes y coordinadores porque, tal como mencionábamos, un recorrido virtual puede asumir formas muy diversas: una materia completa, una clase o parte de ella, una secuencia didáctica, un seminario de formación o actualización, un taller, entre otras posibilidades.

Tanto el formato como el modo en que interactuamos con el resto de las dimensiones y participantes responderá a los propósitos y objetivos que nos planteamos, es decir, al para qué del recorrido propuesto. Habrá propuestas más formales e informales, más estructuradas o flexibles, más o menos autogestionadas (volveremos sobre este aspecto en nuestra próxima pregunta), con mayor o menor uso de recursos TIC, más o menos extensas, más o menos interactivas…

Definiremos, así, un recorrido virtual, como una experiencia formativa en la virtualidad que articula un tiempo y espacio no necesariamente compartido o simultáneo, unas estrategias y actividades, unos materiales y recursos, en el contexto de una planificación que responde a propósitos específicos; volveremos sobre estas dimensiones en la pregunta 7. Se trata de una definición provisoria y amplia que permitirá abordar modos muy diferentes de materializar estas decisiones.

Junto con estas experiencias que pueden flexibilizar tiempos y espacios, encontramos otras propuestas remotas mediadas por tecnologías como la radio, la televisión, etc., sobre las que volveremos en otras preguntas.

Tal vez conviene tener presente que la expresión “recorrido virtual” también se emplea para otras experiencias formativas como la visita a un museo, a un parque natural, a un teatro1 que ha sido recreada en Internet. Nos encontramos con recorridos, visitas, paseos virtuales, es decir, formas de conocer un espacio mediadas por tecnologías, en las que ingresamos a determinados escenarios virtualmente para interactuar de modos diversos. Aunque estas experiencias no serán el foco de este libro, es interesante ver que conservan dimensiones que mencionamos previamente: son espacios que transitamos e involucran un itinerario y, por tanto, decisiones de planificación que lo sustentan.

Finalmente, esta obra que compartimos implica un recorrido, aunque no virtual, en el que proponemos avanzar previendo preguntas que tal vez nos hacemos o podemos hacernos para diseñar experiencias virtuales o en la virtualidad desde y para nuestros espacios de desempeño.


1.Por ejemplo, desde el siguiente enlace accederemos a un recorrido virtual por el Teatro Colón: https://bit.ly/3c5UUeL.

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¿Qué significa que un recorrido virtual sea autogestionado, autoadministrado o autoasistido?

Como anticipamos en la pregunta 1, podemos encontrarnos con propuestas que alientan modos diferentes para transitarlas:

Recorridos virtuales autogestionados, autoadministrados o autoasistidos, en los que el protagonismo en la administración del tiempo lo asume el alumno o cursante, guiado por consignas e instancias de autoevaluación pero, usualmente, sin interacción con un docente, coordinador o tutor.

Recorridos virtuales donde el alumno interactúa con un docente, coordinador o tutor, quien interviene, en mayor o menor medida, en los procesos de enseñanza y evaluación.

Los recorridos mencionados aparecen en propuestas completamente virtuales, híbridas o mixtas, o presenciales con instancias virtuales, recuperando las modalidades de integración de la virtualidad que hemos abordado en nuestra pregunta 1.

Los autogestionados son instancias más flexibles que los destinatarios recorrerán en función de sus posibilidades, necesidades, intereses. El foco estará puesto en el autoaprendizaje y la formación individual así como en el aprendizaje colaborativo —aprendizaje en grupo en el que sus integrantes asumen responsabilidades compartidas y cooperan, alentando el aprendizaje de cada integrante—, a partir de una propuesta que articula recursos, actividades e instancias de autoevaluación.

Podemos ubicar aquí, y con modalidad completamente virtual, los MOOC, acrónimo de Massive Open Online Courses, cursos en línea masivos y abiertos, usualmente impartidos por universidades, grandes museos u organismos de ciencia y técnica, orientados al aprendizaje y diseñados para la participación de un gran número de personas. El Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA), por ejemplo, ofrece MOOC.2 Lo mismo ocurre con diferentes universidades de nuestro país y el exterior y con museos como el del Prado (España).

También los cursos autoasistidos propuestos por el Instituto Nacional de Formación Docente (INFoD) se orientan al autoaprendizaje, como observamos en su descripción en la figura 1.

Figura 1. Descripción de la modalidad autoasistida

Fuente: https://cursos.infd.edu.ar/cursos/417.

El INFoD además posee propuestas del segundo tipo mencionado, destinadas a docentes y estudiantes, a las cuales nombra como tutorizadas —dado que quienes participan interactúan con tutores en el espacio virtual— para diferenciarlas de las autoasistidas.


2.Se puede acceder a sus ofertas desde https://mooc.inta.gob.ar/.