(Siglo VI a. de C.)
El Tao que puede llamarse Tao
no es el verdadero Tao.
El nombre que se le puede dar
no es su verdadero nombre.
Sin nombre es el principio del Cielo y la Tierra;
y con nombre, es la madre de las diez mil cosas.
Desde el No-Ser comprendemos su esencia;
y desde el Ser, sólo vemos su apariencia.
Ambas cosas, Ser y No-Ser, tienen el mismo
origen, aunque distinto nombre.
Su identidad es el Misterio.
Y en este Misterio
se halla la puerta de toda maravilla.
Todo el mundo toma lo bello por bello,
y eso es porque conocen qué es lo feo.
Todo el mundo toma el bien por el bien,
y eso es porque conocen qué es el mal.
Porque, el Ser y el No-Ser se engendran mutuamente.
Lo fácil y lo difícil se complementan.
Lo largo y lo corto se forman el uno de otro.
Lo alto y lo bajo se aproximan.
El sonido y el tono armonizan entre sí.
El antes y el después se suceden recíprocamente.
Por ello, el Sabio maneja sus asuntos sin interferir,
y difunde sus enseñanzas sin adoctrinar.
No niega la existencia de las innumerables cosas.
Las construye sin atribuirse nada.
Hace su trabajo sin acumular nada por él.
Cumple su tarea sin vanagloriarse de ella, y,
precisamente por no vanagloriarse,
nadie se la puede quitar.
No ensalzar los talentos
para que el pueblo no compita.
No estimar lo que es difícil de adquirir
para que el pueblo no se haga ladrón.
No mostrar lo codiciable
para que su corazón no se ofusque.
El sabio gobierna de modo que
vacía el corazón de deseos,
llena el vientre de alimentos,
debilita la ambición,
y fortalece hasta los huesos.
Así evita que el pueblo tenga codicia
y ambiciones,
para que los oportunistas
no busquen aventajarse de los otros.
Quien practica la no-acción,
todo lo gobierna.
El Tao es vacío,
imposible de colmar,
y por eso, inagotable en su acción.
En su profundidad reside el origen
de todas las cosas.
Suaviza sus asperezas,
disuelve la confusión,
atempera su esplendor,
y se identifica con el polvo.
Por su profundidad parece ser eterno.
No sé quién lo concibió,
pero es más antiguo que los dioses.
El Universo es imparcial:
ve a las diez mil cosas como imitaciones.
El sabio es imparcial:
ve a la gente como simulaciones.
El universo es como un fuelle,
vacío, pero nunca agotado.
Cuanto más se mueve,
más produce.
De igual modo, Cuanto más cosas ambiciamos,
más pobres nos hacemos;
es mejor buscar el conocimiento interno.
La Esencia del Todo no muere.
Es la Mujer Misteriosa, Madre del Universo.
El camino de la Mujer Misteriosa
es la raíz del Cielo y de la Tierra.
Su duración es perenne, su eficiencia infatigable.
El cielo y la tierra son eternos.
El cielo y la tierra deben su eterna duración
a que no hacen de sí mismos
la razón de su existencia.
Por ello son eternos.
El sabio queda atrás, por lo mismo es el primero.
Está desapegado, por eso es uno con todo.
A través de sus acciones generosas logra la plenitud.
La Suprema Bondad es como el agua.
El agua es buena y útil a los diez mil seres por igual.
No tiene preferencias por ninguno en especial.
Fluye en sitios que los hombres suelen rechazar,
al igual que sucede con el Tao.
Por esto, estar cerca del Tao implica que:
Al escoger tu morada,
has de saber cómo no apartarte de la tierra.
Al cultivar tu mente,
has de saber cómo bucear en las profundidades ocultas.
Al tratar con los demás,
has de saber ser amable y bondadoso.
Al hablar, has de saber medir tus palabras.
Al gobernar, has de saber cómo promover el equilibrio.
Al administrar, has de saber ser eficaz y justo.
Cuando actúes,
has de saber escoger el momento oportuno.
El Sabio que consiente en ello no rivaliza con los otros,
y Por lo tanto, no se equivoca.
La tinaja demasiado llena caerá por su propio peso.
Afilar en demasía la espada la desgastará
y no durará mucho tiempo.
Si al salón se le llena de jade y piedras preciosas,
alguien intentará robarlo.
El rico y orgulloso se pierde a sí mismo,
y en consecuencia atraerá la desgracia.
El hombre que surca el Sendero del Cielo
se retira luego de finalizar su obra.
Unir cuerpo y mente en un conjunto
del que no puedan disociarse.
Equilibrar el Chi hasta hacerlo
tan armónico como el de un recién nacido.
Purificar la vision interna hasta
dejarla libre de todo vicio.
Querer al pueblo y gobernar la nación
practicando el Wu-Wei.
Abrir y cerrar las puertas del cielo
siendo como la Mujer Misteriosa.
Conocer y comprenderlo todo
usar la inteligencia.
Engendrar y criar,
Alimentar y educar
engendrar sin apropiarse,
obrar sin pedir nada a cambio,
guiar sin dominar,
esta es la Gran Virtud.