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Descripción del libro
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Libros por Tina
Sobre el Autor
Copyright
LA REVOLTOSA DE AMAURY
(Vampiros de Scanguards — Libro 2)
POR
TINA FOLSOM
Traducido al español por Gely Rivas
Editado por Stella Ashland, María Riega y Josefina Gil Costa
La Revoltosa de Amaury
Derechos de Copia © 2012 – 2021 por Tina Folsom
El vampiro Amaury LeSang, está condenado a sentir las emociones de todo el mundo como una migraña permanente. La única manera de aliviar el dolor, es a través del sexo. Cuando conoce a la arisca mujer humana Nina, una cura para su enfermedad parece estar al alcance: con su presencia, todo el dolor desaparece.
Por desgracia, Nina está dispuesta a matarlo, porque ella cree que él está involucrado en la muerte de su hermano. Y tendría éxito, sólo si el encanto de éste hombre malo Amaury, no causase estragos en sus hormonas y la catapultara hacia sus brazos y hacia su cama, cada vez que está cerca de él.
A medida que cada beso los acerca más físicamente, el peligro está al acecho y amenaza con destruir la poca confianza que se tienen entre sí.
Desde su ventajosa ubicación en el balcón interior, Amaury LeSang dio una mirada sobre las cabezas de la multitud en el club nocturno de moda. El mar de cuerpos se balanceaba al ritmo del fuerte y monótono tecno. Su ojo experto examinaba a la gente contoneándose unos contra otros, buscando encontrar una mujer que necesitara compañía.
Demasiadas emociones le venían de golpe a la mente en ese lugar abarrotado, razón por la que prefería su propia compañía a la de la multitud.
Un rayo de dolor lo asaltó.
... Nunca debería haber salido con ese idiota...
... La saco a bailar, o tal vez le hablo a su amiga primero...
... Idiota. Como si me importara. Le demostraré...
Bloquear al azar los sentimientos de las personas en la pista de baile, se hacía cada vez más difícil y doloroso mientras más tiempo pasaba ahí. Se sentían menos como palabras y más como puñaladas que cortaban en él…no una detrás de la otra, sino todas a la vez… El impacto derribaría de bruces a un hombre débil.
Pero Amaury era más fuerte que otros.
Se centró en las mujeres que parecían no estar acompañadas. Todo lo que necesitaba era una mujer solitaria que aceptara su atención. Alguien que estuviese en el club para acostarse. Él estaba más que dispuesto a hacerles el favor.
Allí divisó una modesta morena. No solamente se sentía sola, estaba desesperada por el toque de un hombre.
Él bajó las escaleras y se metió en la pista de baile, dejándose guiar por los sentimientos que escuchaba de ella. La mujer se sacudía al ritmo de la música y lo miró cuando él se detuvo frente a su ligero cuerpo.
Amaury le lanzó una de sus sonrisas más encantadoras. Combinada con su atractivo aspecto moreno y ojos azules, la mayoría de las mujeres no podían resistirse a él, un hecho que siempre utilizaba sacándole la máxima ventaja.
Baila conmigo.
Él movió sus labios y envió su pensamiento hacia su mente. Ella creería que él le había hablado, cuando en realidad no podría haberlo escuchado por el estruendoso ruido de la música.
Ella sonrió y asintió con la cabeza. Un sí un poco tímido, pero no obstante de aceptación. Colocándole un brazo en su cintura y el otro alrededor de su hombro, la atrajo hacia él. Su cabeza le llegaba sólo hasta el pecho, era por lo menos 30 centímetros más baja que él.
Dejándose llevar por el ritmo de la música, Amaury movió su cuerpo contra el de ella. Ella se amoldó a él, mientras él disfrutaba la sensación de su cálida piel a través de su escasa ropa…sus muslos rozándose, sus caderas oprimiéndose.
Rodeado por la multitud de personas, la presión en su cabeza aumentaba, y el dolor punzante en sus sienes, se intensificó. Como una migraña incapacitando a un ser humano, el dolor regía sus acciones. Sin embargo, él luchó para no sucumbir a sus demandas todo el tiempo que pudiese, presionando constantemente los límites de su prisión mental.
A Amaury no le gustaba particularmente bailar, y ésta definitivamente no era la música de su preferencia, pero se obligó a bailar con ella una canción entera, antes de hacer su jugada.
—Quiero estar a solas contigo—, le susurró al oído, inhalando el aroma natural de su reluciente piel. Él podría, por supuesto, cogerla ahí mismo en la pista de baile, pero entonces tendría que hacer más control de daños, algo que no estaba de humor para realizar.
Enfatizó sus palabras deslizando la mano por su trasero y acariciando sus nalgas redondeadas. Cuando ella le echó una mirada tímida con sus ojos entreabiertos, él leyó el deseo en sus ojos, así como el de su mente. Ella no era muy bonita, excepto por sus carnosos labios para chuparle el pene, pero estaba dispuesta. Disposición era todo lo que él necesitaba. No tenía otras expectativas.
Su pene ya estaba completamente erecto, haciendo que sus pantalones se levantaran como una tienda de campaña. Con la mano en la parte baja de su espalda, la guio a través de la multitud, recogiendo a su alrededor emociones al azar.
La envidia de una extraña, lo atravesó.
... ¿Ella atrapó a ese galán? No es nada justo. ¡Está buenísimo!
Amaury examinó a la mujer cuyo lujurioso y celoso sentimiento había capturado. Estaba claro que quería tomar el lugar de la morena. Siempre podría regresar para otra porción, si fuese necesario.
Sólo unos minutos más y se sentiría mejor. Su pecho crecía anticipando tal hecho, mientras inhalaba profundamente y aceleraba el paso, dirigiendo a la morena a través de la salida lateral.
El callejón estaba tranquilo y oscuro. A un lado se hallaban varias tarimas con cajas apiladas a diferentes alturas. Amaury dio una rápida mirada por la zona para asegurarse de que estaban solos. Un pordiosero estaba cerca de la entrada del callejón, rebuscando en los contenedores de basura.
Piérdete.
Amaury comprobó que el hombre obedeciera su orden no verbal y desapareciera de su vista, antes de jalar a la mujer hacia la esquina detrás de las cajas.
—¿Qué estás haciendo? — dijo ella riéndose.
—Besándote—. Él bajó la cabeza hacia la suya. —Tienes los labios más hermosos que he visto.
El cumplido funcionó. Sus labios no encontraron ninguna resistencia cuando los aplastó con los suyos, presionándolos en un beso exigente. Su lengua se deslizó a través de sus labios entreabiertos y se batió en un duelo con la de ella en cuestión de segundos.
Sin dudarlo, él puso su mano sobre sus pechos y los acarició a través de la fina tela, jugando con su sensible pezón hasta que la punta se puso dura. La había leído correctamente: anhelaba su toque, tanto así, que arqueó sus pechos contra su palma y le exigió más.
—Oh, nena—, murmuró contra sus labios. —Eres tan dulce—. Por experiencia sabía, que las mujeres respondían mejor cuando las acciones físicas iban acompañadas de caricias verbales.
Su cuerpo lo acogió, mientras él movía su mano en una especie de túnel debajo de su corta falda y encontró su camino hacia la tanga. Sus dedos se deslizaron a través de sus rizos, llegando a sus pliegues húmedos.
Amaury capturó el gemido que lanzó. No tomaría mucho tiempo. Se dio cuenta de lo hambrienta de sexo que ella estaba y dejó que sus dedos hicieran su magia. La acariciaba, rodando su clítoris entre sus dedos pulgar e índice, podía sentir su excitación aumentar. Haría que valiera la pena para ella.
El aroma de su excitación llegó a sus fosas nasales, y lo inhaló profundamente. El olor le ayudó a ahogar las emociones que lo bombardeaban desde dentro y fuera del club. Pero no era suficiente. Continuaba sintiendo pulsadas de dólar en su cabeza.
Sin soltar su pequeña protuberancia de placer, deslizó un dedo en su canal húmedo. Sus músculos estaban deliciosamente contraídos. Nadie había visitado su vagina en un largo tiempo.
Moviendo su dedo hacia atrás y adelante, con la ayuda de su descenso abundante, Amaury la estimuló hasta llevarla al punto culminante de su excitación. Era lo menos que podía hacer, a cambio de lo que ella haría por él en unos pocos minutos.
Se quedó sin aliento cuando agregó un segundo dedo, y él supo que ella estaba cerca. Unas cuantas caricias hábiles más y ella terminó, lloviendo más crema en su mano, mientras sus músculos se estremecían una y otra vez.
—Mm—, canturreó él en su oído. —¿Estás bien, cariño? — Su orgullo masculino estaba satisfecho, pero el resto de él no lo estaba, al menos no todavía.
—¡Oh, Dios, sí! — respondió ella, jadeando.
—Apuesto a que me puedes hacer sentir bien, también. Déjame sentir tu boca sobre mí nena.
Sin esperar su respuesta, él abrió sus pantalones y dejó que su pene sobresaliera. A pesar de su peso, se mantenía erguido. Lentamente, le tomó la mano y la guio para que se envolviera alrededor de su pene. Manos suaves, que no se cerraban completamente alrededor de él…mucha carne, demasiado voluminoso.
—Lo tienes tan grande.
Amaury negó con la cabeza. Él era perfectamente proporcionado, pero al ser del tamaño de un jugador de fútbol americano, también significaba que su pene era extra grande.
—Es del tamaño perfecto para tu hermosa boca.
Sin ninguna otra objeción, ella se dejó caer en una de las cajas y movió su boca hacia él. Un segundo después, él sintió que su lengua tentadora tocaba la punta de su erección.
—Oh, sí, nena. Apuesto a que puedes darme la mejor chupada que haya tenido—. El estímulo nunca fallaba.
Su lengua lamió todo el largo de su miembro, antes de que finalmente envolviera sus labios alrededor de su bulbosa cabeza y deslizara sus pliegues hacia abajo, llegando hasta la base.
No había nada mejor, que sentir el calor y la humedad de una mujer alrededor de su pene. Exhaló aliento de sus pulmones ante esa increíble sensación. Él recobró el equilibrio poniendo las manos sobre sus hombros, y comenzó a mover su pene hacia atrás y adelante.
—Oh, demonios nena, eres buena.
Finalmente, fue capaz de olvidar la avalancha de emociones. Solo paz y tranquilidad llenaban su mente. Se relajó mientras la presión en su cabeza disminuía, y los sentimientos que lo invadían se empezaron a alejar.
Amaury miró hacia arriba, y por primera vez esa noche, se dio cuenta de la luz de las estrellas en el cielo nocturno. Hermoso y pacífico, un reflejo de lo que su mente podía llegar a ser. Despejado y sin obstáculos de ninguna niebla o nube, las estrellas velaban sus acciones.
Por muy corta que ésta sensación de tranquilidad pudiera ser, era lo que necesitaba para mantener su cordura. Sólo el sexo podía apartar las emociones que sentía, asaltándolo cada minuto de su vida.
La boca de la morena, le funcionó de maravilla. Con cada entrada y cada vuelta de su lengua, el crecía más. Ella lo chupó más profundo en su boca, y él se movía más rápido, olvidando el dolor en su cabeza.
En su lugar, se concentró en el calor húmedo que lo envolvía. La suavidad de una mujer, la promesa de unos momentos de éxtasis. Unos pocos segundos de satisfacción, era todo lo que necesitaba, sabiendo que la felicidad estaba fuera de su alcance, un sentimiento que él nunca podría tener.
—Nena, sí. Ya casi. Oh, sí, chúpamela con más fuerza.
Casi podía sentir el olor de su inminente eyaculación. Tan cerca. Tan deliciosamente cerca.
Amaury sintió una vibración en el bolsillo de su chaqueta. Él la ignoró. Agarrando la base de su pene con una mano y tomándole la parte trasera de su cabeza con la otra, lo presionaba contra su boca más frenéticamente, desesperado por la eyaculación. No podía parar ahora, no cuando estaba a tan solo unos segundos de su objetivo.
Lo necesito. Ahora.
Su pene palpitaba con una necesidad desesperada.
—Aprieta mis bolas—, exigió. Su mano tomó sus testículos, enviando el suave toque una sensación de llama ardiente a través de su espalda, mientras sus uñas raspaban la apretada piel de sus bolas.
Su teléfono móvil vibró de nuevo. Esta vez no se detenía. Soltando su pene, Amaury metió la mano en el bolsillo de la chaqueta y tomó el teléfono.
—Ah, carajo—, dijo entre dientes cuando echó una mirada al identificador de llamadas.
La mujer se detuvo al instante.
—No, nena, no te detengas—, le ordenó y abrió su celular.
—¿Qué? — dijo por el teléfono con voz ronca. Con su otra mano, aun tomándole la cabeza, continuó presionándola contra su pene, mientras ella continuaba chupándolo más profundo en su boca.
—¿Por qué no contestas el teléfono de mierda? — gritó Ricky.
—Idiota—. La interrupción de su colega llegó en mal momento. —¿Qué quieres?
—Tenemos una crisis. Habrá una reunión en la casa de Samson dentro de quince minutos.
Él sabía que no debía faltar a una reunión con Samson, que era su jefe y su mejor amigo. Y si se trataba de una crisis, alguna mierda estaba pasando.
—Bien.
Amaury cerró el teléfono y lo metió en el bolsillo. Quince minutos eran apenas el tiempo suficiente, pero tenía que terminar esto.
Cerró los ojos y se concentró en la sensación de su lengua deslizándose a lo largo de su pene, la suavidad de su boca, y la intensidad de sus movimientos de succión. Una vez más, agarró su erección y le dio más de sí mismo, llenándole la boca con su pene, tanto, que casi se ahoga.
Pero ella seguía. Su boca húmeda tiró de él con fuerza, mientras pasaba su lengua caliente por la parte inferior de su henchido miembro, justo como a él le gustaba.
—Oh, sí, nena. Te gusta mi pene grande, ¿no?
Con su boca ocupada, balbuceó su respuesta la cual resonó en su piel, tentando sus sentidos. El aroma de durazno de su champú, llegó a su nariz. Sintió una capa fina de humedad acumulándose en su cara y cuello. Pequeñas gotas de sudor, corrían a lo largo de los bordes de su pecho musculoso, capturándolos en una fina capa de vello.
Amaury sintió su corazón latir más rápidamente. Sus pulmones bombeaban más oxígeno a través de su organismo, mientras su sangre empujaba a través de sus venas, resonando en sus oídos como un crescendo violento, similar a la Quinta Sinfonía de Beethoven.
Luego sintió la expulsión de su semen, disparado a través de su pene hacia la boca de la mujer con movimientos rápidos y pulsantes.
Su orgasmo fue corto, pero poderoso. Le despejó la cabeza, y durante unos minutos, estaría en paz. No sería capaz de percibir los sentimientos de las personas que entraban en contacto con él, pero sí podría sentir su propio corazón y la sensación de quietud que ello propagaba.
Sólo por unos momentos. Después nuevamente sería invadido por el dolor, el hambre, la ira de todo el mundo, y las emociones que otras personas llevaban consigo mismas. Y probablemente, también percibiría su amor por alguien, que le recordaría las cosas que él no podía sentir. Pero por ahora, estaba en paz.
De mala gana, se salió de la boca de la mujer y puso su miembro todavía medio erecto en sus pantalones.
—Estuviste espectacular—, la elogió y le dio un abrazo.
Sus labios brillaban con su semen, y para él, ella se veía hermosa. Amaury le apartó el pelo hacia un lado, exponiendo su hermoso cuello, su piel pálida lo llamaba, como un faro de luz guiando a un marinero hacia su casa. Sus labios tocaron su tierna piel, antes de que su lengua se lanzara a lamerla.
Ella gimió: un sonido tan suave y dulce, que sólo una mujer satisfecha podría liberar. —Ven conmigo a casa.
Amaury agradeció su invitación susurrada, pero no tenía ninguna intención de aceptarla. Quería algo totalmente distinto. Su vena golpeaba contra sus labios, con un movimiento tan sutil, que un ser humano apenas lo notaría, pero sus sentidos eran más agudos que los de un mortal.
Sus colmillos se alargaron, sobresaliendo de sus labios.
—Nena, quiero tomar de ti.
Las puntas afiladas de sus colmillos, se hundieron en su cuello e irrumpieron a través de su delicada piel. Por una fracción de segundo, luchó contra él, pero sus brazos la aprisionaron. Él tiró de ella hacia su cuerpo, aplastando sus senos contra su pecho.
A medida que la sangre bañaba su garganta seca, su pene saltó de nuevo a la vida, pero no tenía tiempo para disfrutarla una segunda vez, aunque todo lo que quería era enterrar su pene en su húmedo calor.
Amaury no tomó mucho de su sangre, sólo lo suficiente para sustentarse. Cuando sintió disminuir su hambre, le soltó el cuello y le lamió las heridas punzantes. Su saliva cerró los dos pequeños agujeros al instante. Por la mañana no tendría señales visibles de su alimentación y ningún efecto secundario.
Luego la miró a los ojos y envió sus pensamientos a su mente.
Nunca me conociste. Nunca me viste. No pasó nada. Vuelve a casa y duerme. Y ten cuidado. Nunca dejes que un hombre se aproveche de ti. Eres hermosa. Te mereces algo mejor.
Ella tenía los ojos vidriosos, y él sabía que había funcionado. Había borrado toda memoria de él. Si ella lo veía por la mañana en la calle, no lo reconocería. Ni siquiera el fantasma de un déjà vu, quedaría.
Amaury se precipitó por las calles del centro de San Francisco, antes de llegar a una parada del Tranvía y se subió al tranvía antiguo, que lo llevó por la cuesta empinada hacia la casa de Samson.
A él le gustaba el grupo de vecindarios de la ciudad que se asemejaban a una metrópoli, y donde no era difícil ocultarse de ser un vampiro. Con una población tan ecléctica como el interior de una casa de empeño, San Francisco era el escenario perfecto para los vampiros de hoy en día. Ser excéntrico o extraño, no era nada inusual en esta ciudad, donde incluso el alcalde era uno de ellos.
La población vampírica de San Francisco crecía en forma constante, atraída por los muchos atributos que a los seres humanos les gustaba de una ciudad brumosa: una hermosa arquitectura, vistas impresionantes, y habitantes tolerantes.
Surgieron muchas empresas de vampiros. Había varios clubes nocturnos de moda, un periódico, Las Crónicas de Vampiros de San Francisco, que se distribuía discretamente en los hogares de vampiros, compañías de inversiones, y por supuesto, la empresa de seguridad de Samson, Scanguards, que operaba a nivel nacional. Proveía guardaespaldas y guardias de seguridad para personas y empresas, dignatarios extranjeros, políticos, y celebridades.
Para cuando Amaury llegó a la casa victoriana de Samson en el barrio más exclusivo y caro de Nob Hill, entró con sus llaves, todo el mundo estaba reunido. Incluso antes de oír sus voces, sintió el tumulto de emociones en la casa: ira, incredulidad, confusión.
Su alivio no duró mucho. La próxima ola de dolor, estaba formándose como un tsunami que se acercaba a la costa del Pacífico. Se preparó mientras caminaba por el pasillo con paneles de madera, hacia la oficina privada de Samson en la parte trasera de la casa.
Mostrando la habitual sonrisa en su rostro, entró a la sala, manteniendo su tormento para sí mismo como siempre. Si bien sus amigos sabían de su supuesto don, no tenían ni idea del dolor que le causaba diariamente y las cosas que tenía que hacer para no dejar que su cabeza le explotara. No quería su compasión.
Todos ellos pensaban que era un maniático sexual suelto que se cogía a todas las mujeres a las cuales podía tener en sus manos, sólo por el gusto de hacerlo. En realidad sin sexo, hubiese enloquecido hace mucho tiempo, matando a todos y a todo a su paso. El sexo significaba supervivencia…para él y para todos los que le rodeaban.
—Ya era hora Amaury—, Samson lo saludó con una pizca de disgusto en su voz. Teniendo más de 1.80 metros de altura, pero con una complexión mucho más delgada que el amplio cuerpo de Amaury, el mismo pelo negro, pero penetrantes ojos avellana, cada centímetro de su jefe se veía, como el hombre poderoso que era.
—Samson, muchachos—, contestó él y miró alrededor. Todo el mundo estaba allí: Ricky, Thomas, Carl, y todos los vampiros como él.
Incluso Oliver, ayudante humano de Samson, un rostro fresco con veinticuatro años de edad, estaba presente. Y por supuesto Delilah, la esposa humana de Samson, su compañera vinculada por sangre.
Amaury le dio una cálida sonrisa, la cual ella le devolvió mientras movía su pelo largo y oscuro por encima del hombro, su fino cuerpo se veía incluso más delgado, al estar de pie junto a su hombre.
Él notó a Samson poniendo su mano sobre la de ella, un gesto tan instintivo, que Amaury dudaba que su amigo lo notase al hacerlo. El amor que irradiaba la pareja, casi lo hizo caer de rodillas. Él se irguió.
—¿Cuál es la crisis? — preguntó en cambio.
—Thomas, conecta a Gabriel—, ordenó Samson.
Thomas escribió algo en el teclado y se retiró de la pantalla. Como siempre, el genio de Informática de Scanguards estaba vestido con su traje de motociclista favorito: cuero, cuero, y más cuero. —Gabriel, tu turno.
Un segundo más tarde, Gabriel Giles, jefe de operaciones de Scanguards en la oficina central de Nueva York, apareció en el monitor de la computadora, que se giró para que todos pudieran ver.
Su imponente presencia, llenaba la pantalla. Su largo cabello castaño estaba atado en una cola, y la cicatriz que se extendía desde el mentón hasta la oreja derecha, parecía dar pulsadas. Nadie había osado preguntarle cómo se la había hecho. Y Gabriel no era de los que voluntariamente daba información que no era asunto de nadie. Amaury sólo sabía que había sido producto de cuando Gabriel era un ser humano, ya que la piel de un vampiro no cicatrizaba.
—Buenas noches a todos—, la voz de Gabriel se escuchó fuerte y clara.
—Hemos sido alertados de un problema. No hay manera fácil de decirlo, así que aquí va. Un segundo guardaespaldas, ha matado a un cliente y luego se suicidó.
Los murmullos colectivos y gestos de incredulidad se contuvieron rápidamente, mientras las emociones continuaron hirviéndoles por dentro.
—Como todos ustedes recuerdan, hace un mes, uno de los guardaespaldas de Scanguards de San Francisco, mató al millonario que estaba protegiendo y luego se suicidó. Pensamos que era un incidente aislado. Por desgracia, con este segundo asesinato, que se refiere a otro empleado de San Francisco, no nos podemos dar el lujo de calificar esto como un simple individuo que enloqueció. Alguien está jugando con nosotros.
Samson asintió con la cabeza. —Gabriel y yo hablamos hace un rato. Las últimas noticias de la noche, darán a conocer la historia. Tenemos que estar preparados para hacer control de los daños. Mañana los periódicos nos harán pedazos. Nadie considerará esto como una coincidencia. Y estamos seguros, de que no lo es.
—¿Algunos vampiros han caído ante la sed de sangre? — preguntó Thomas.
Amaury escuchó. Sed de sangre…todos lo temían, la necesidad incontrolable de tomar más sangre de la que era necesaria, que, en última instancia, los llevaba al asesinato y a la locura.
Gabriel negó con la cabeza. —No. Ambos guardaespaldas eran humanos.
—¿Hay alguna conexión entre ambos? — intervino Amaury.
—Negativo—, respondió Samson rápidamente, —por lo menos nada que pudiera determinarse de forma rápida. Aparte del hecho de que ambos fueron contratados aquí en San Francisco, no tienen nada obvio en común.
—Yo conocía a Edmund Martens. Yo lo contraté—, dijo Ricky. Aunque él se creía un muchacho de California Beach y había adoptado muchas costumbres de su nuevo país, realmente no podía ocultar de donde provenía: su pelo rojo, la cara llena de pecas y el apellido decididamente irlandés, O'Leary, lo delataban.
—Dios, Eddie era prometedor. Sin embargo, cuando mató a ese cliente el mes pasado, pensé que había perdido la razón y había vuelto a sus viejas costumbres.
—¿Qué costumbres? — preguntó Amaury.
—Mala niñez. Se escapó de su familia adoptiva y cayó en la delincuencia…lo habitual. Nunca pensé que iría tan lejos y llegara a matar a alguien. No parecía un tipo violento. Pero a veces no hace falta mucho para que alguien caiga más profundo. Sólo pensé que finalmente, él mismo se había salido de todo eso.
—Tal vez lo hizo—. La mirada de preocupación de Samson decía mucho, haciéndoles ver que no creía que los dos guardaespaldas humanos tuviesen la culpa.
—¿Quién es el segundo tipo? — consultó Ricky.
—Kent Larkin.
Ricky se quedó boquiabierto. —Era sólo un niño. No debe haber trabajado más de seis meses para nosotros.
—Un poco más de cinco meses—, confirmó Gabriel.
—¿Qué pruebas tenemos de que Edmund y Kent realmente mataron a sus clientes?— Amaury necesitaba hechos. No quería sacar conclusiones precipitadas.
—Un testigo en el caso de Edmund y la pistola humeante en el de Kent.
—¿Tenemos a alguien dentro de la policía? — Delilah preguntó de repente. La mirada de todo el mundo se centró en ella. —Bueno, será mejor asegurarnos de que sepamos lo que ellos saben, antes de que sea del conocimiento público.
Desde que Delilah hizo el vínculo de sangre con Samson, había comenzado a tomar un interés activo en la empresa. Como una compañera por vínculo de sangre, tenía derecho a todas las propiedades de Samson, y el hecho de que ella había empezado a compartir las decisiones importantes, no parecía molestar a su hombre en lo más mínimo. Después de todo, ella era su igual.
Amaury se sorprendió por el cambio que había visto en su viejo amigo. Después de 200 años de soledad, Samson no había tenido problemas de adaptación al casarse con una mujer fuerte. Amaury dudaba de que él mismo se ajustara con tanta facilidad, como Samson lo había hecho, siendo este asunto una cuestión totalmente teórica. Amaury sabía que nunca se vincularía, porque en realidad, nunca podría amar a nadie.
—Voy a hablar con G—, dijo Samson, refiriéndose al alcalde. —Me aseguraré de que nos mantenga informados—. Volvió a mirar a la pantalla. —¿A qué hora aterrizas?
—Todo el mundo está en camino hacia el aeropuerto ahora. Vamos a llegar más o menos una hora antes del amanecer.
— ¿No crees que eso es arriesgado? — preguntó Ricky.
—No puedo evitarlo. Tenemos que movilizar las tropas primero y prepararnos a nosotros mismos.
—¿También vienes tú? — preguntó con sorpresa Amaury. Gabriel rara vez salía de Nueva York. Si salía de la costa este por esto, era porque esperaba que estos eventos se convirtieran en un problema mayor. Y si se estaba arriesgando a salir y estar al descubierto tan cerca del amanecer, la evaluación de Gabriel de la situación, tenía que acercarse a la catástrofe.
—No podemos confiar en nadie en la sucursal de San Francisco. Estoy trayendo a tres de mis mejores personas conmigo: Quinn, Zane e Yvette. Llevaremos a cabo la investigación a nuestra manera. Fuera de este grupo, no se puede confiar en nadie. Nadie.
—Gabriel está en lo cierto—, confirmó Samson. —Si dos de los guardias humanos mataron a sus clientes, alguien está metiendo las manos en esto. Y hasta que sepamos quién y por qué, tenemos que tener la boca cerrada al respecto. Los empleados querrán una explicación. Ricky, tú convocarás una reunión del personal, una vez que Gabriel y su gente, estén aquí. Todo el mundo en Scanguards está bajo sospecha, los seres humanos y los vampiros. Carl, recógelos en el aeropuerto.
Carl, el dedicado mayordomo, chofer, y amo de llaves de Samson, asintió con la cabeza al instante, su cuerpo un poco pesado, pero como siempre bien ataviado en un traje oscuro.
—Amaury, te vas con Carl—, ordenó Samson.
Amaury asintió con la cabeza. No había visto a sus amigos de Nueva York en años, y ponerse al día con ellos, lo distraería de su dolor. No es que estuviera demasiado interesado en ver a Yvette de nuevo. Ella probablemente, aún estaría enojada con él.
—Thomas—, continuó Samson, —quiero que subas chequeos de antecedentes completos de todos los empleados, y los corras en un programa el uno con el otro. Vamos a ver lo que Edmund y Kent tenían en común, y luego vamos a usar esos criterios con el resto de los empleados. Tenemos que ver quién más podría ser vulnerable a lo que está sucediendo.
—No hay problema—, aceptó Thomas. —Me pondré a hacerlo. Voy a estar en el centro.
—Oliver, tú eres el único aquí que puede moverse durante el día. Voy a depender de ti en gran medida. Serás nuestro contacto.
Antes de que Oliver pudiera responder, Delilah interrumpió. —Un momento, yo también puedo salir durante el día.
A pesar, de que Delilah era su compañera con vínculo de sangre y bebía la sangre de Samson, permanecía totalmente humana, excepto por una cosa: ella no envejecería, mientras su marido estuviese vivo.
—Está fuera de discusión—, replicó Samson. —Tú no vas a participar en la investigación.
—Es mi empresa también—. Ella apoyó las manos en sus caderas.
—No lo niego. Pero no te pondré en peligro, no en tu condición.
—¿Condición? — Amaury se escuchó a sí mismo preguntar y al instante sintió la respuesta.
Todos los demás en el cuarto dieron a la pareja una mirada inquisitiva.
Samson sonrió con orgullo. —Creo que se ha revelado el secreto—. Acercó a Delilah hacia sus brazos. —Delilah me hará el hombre más afortunado sobre la tierra. Vamos a tener un bebé.
El hombre era un bastardo con suerte. Amaury asintió con la cabeza. —Felicitaciones.
Mientras sus amigos lanzaban sus mejores deseos y los felicitaban por su feliz acontecimiento, Amaury vio a Samson apretar a su esposa con fuerza, mientras le susurraba en el oído. No necesitaba escuchar lo que había dicho, porque las emociones emitidas por los dos, lo golpeaban como un ladrillo que caía desde un rascacielos.
La presión en las sienes se incrementó. Si él no salía de su presencia pronto, la cabeza le iba a explotar.
El amor, era la emoción más devastadora que atormentaba la cabeza de Amaury. Él no estaba celoso de Samson, pues no tenía ningún interés en su encantadora pareja, era simplemente que no podía soportar su compañía durante mucho tiempo. Cada vez que el amor de otras personas bombardeaba su mente, el dolor que sentía era insoportable. Con la maldición de nunca sentir el amor en su corazón otra vez, su mente no podía manejar esta emoción y sólo reaccionaba con dolor y rechazo.
Por desgracia, la reunión no había terminado todavía. Ya había llegado tarde. Salir temprano estaría fuera de lugar. Después de todo, él era un directivo de la empresa y tenía un interés en ella. Esta crisis tenía que ser tratada.
Amaury se apoyó en el gran escritorio antiguo que estaba detrás de él, para mantener el equilibrio, y trató de distraer su atención de los dolorosos golpes en su cabeza. Mientras su boca curvaba otra falsa media sonrisa, para disimular su agitación interna, se dirigió a Gabriel a través de la pantalla, —¿Alguna de las otras sedes reportaron problemas?
—Voy a enviar refuerzos a Houston, Seattle, Chicago, y Atlanta. No sabemos todavía si esto va a limitarse a San Francisco o no. Pero no podemos ser demasiado cuidadosos. Cuanto más rápido nos enteremos de quién o qué está detrás de esto, mejor será para todos los involucrados. Esto no debe extenderse. Nos iremos a la ruina si sucede.
Samson dibujó una sonrisa triste en su mirada, Delilah seguía apretada contra su costado. —Tienes razón. La empresa no puede sobrevivir a este tipo de publicidad. Y si la policía o la prensa encuentran demasiada información, estaremos en problemas. Ninguno de nosotros puede darse el lujo de ser expuesto como lo que somos. Por lo tanto, a la menor ruptura de seguridad por cualquier humano, limpien sus memorias. Es crucial. No hay excepciones.
—Y no podemos tener más gente muriendo—, agregó Delilah.
—Hasta que esto termine, todos debemos reducir al máximo el contacto con los seres humanos.
Samson no tuvo que mirarlo para que Amaury supiera que el comentario, estaba dirigido a él. Era fácil para su amigo decirlo…él tenía una esposa humana a su lado, día y noche.
Él entendió el mensaje, fue fuerte y claro. Amaury debería mantenerse alejado de las mujeres humanas. ¿Y en qué situación lo dejaba todo esto? En tener que limitarse a relaciones sexuales con las mujeres vampiros que aún no lo hubiesen echado de su cama.
No es que no respondiera a la hora de tener sexo, pero muchas de las mujeres vampiro habían comenzado a hacer demandas emocionales. ¿Por qué de repente todas se convertían en criaturas necesitadas, posesivas?, no tenía ni idea. Por supuesto, la modernización era la culpable. Como si imitar a los seres humanos fuese la meta.
Seguramente no se convertiría en uno de esos idiotas estúpidos, que van con los ojos pegados sobre una mujer, ni siquiera si él fuese capaz de amar, que por supuesto, no lo era.
Nina acercó a su cabeza la capucha de su sudadera oscura. Por enésima vez esa noche, se metió un errante rizo rubio oscuro detrás de la oreja. Si ella se dejaba crecer el pelo más largo, tal vez podría atar sus rizos rebeldes en una cola. Pero el pelo largo era poco práctico, sobre todo en una pelea.
En cualquier caso, no era muy femenina. Medía poco más de 1.70 metros, sin duda no era pequeña, un hecho por el cual estaba agradecida, sobre todo porque se enfrentaba a algunos tipos grandes y malos.
La niebla se había disipado horas antes, haciendo de ésta, una noche hermosa y estrellada, pero sin luna. Casi pacífica en su quietud, protegía la ciudad durmiente.
Nina continuó vigilando la casa victoriana desde su escondite en la calle. Por más de una hora, había visto a varios de ellos entrar y no habían salido aún.
Ellos. Ella sabía lo que eran. Un mes antes, había revisado las posesiones de su hermano y reconstruido lo que, al principio, había pensado que era imposible. Inmediatamente descartó sus conclusiones como ridículas. Mientras más se adentraba y rebuscaba, más claro se volvió todo.
Había encontrado notas en la agenda de Eddie, dibujos de armas y símbolos extraños. En los márgenes de un libro sobre lo paranormal había hecho más notas. Luego, bajo el colchón, había encontrado una lista con nombres. Al lado de cada uno, había escrito humano o vampiro.
En el momento en que Nina leyó la palabra, pensó que él se había vuelto loco. Y por un breve momento, ella creyó que él era culpable de lo que se le acusaba. Una enfermedad mental lo explicaría. Pero nunca hubo un signo de inestabilidad en él. Eddie no estaba loco…de ninguna manera iba a creer eso.
Así que siguió cavando más profundo y siguió a los que él había clasificado como vampiros en su lista. La mayoría trabajaba para Scanguards.
Nina suspiró y se limpió la nariz con la manga de la sudadera. Su ropa oscura, hacía que su silueta se mezclara con la puerta que estaba detrás. Nadie sería capaz de fijarse en ella, incluso si miraban hacia esa dirección.
Varias semanas de haber seguido a aquellos que sospechaba eran vampiros, se habían convertido en un curso intensivo de sigilo. Hasta ahora, se había quedado lo suficientemente lejos de ellos, fuera del peligro. Esa noche tendría que acercarse más.
El sonido de una puerta sacó a Nina de sus pensamientos. Dio un vistazo rápido a la persona que salía de la casa victoriana, confirmando que era uno de los vampiros, el más grande de ellos, Amaury.
Ella lo había seguido en varias ocasiones, y había descubierto donde vivía y trató de encontrar su punto débil. No estaba particularmente interesada en que fuera el primero del que ella tuviera que deshacerse, pero tal vez así era como debía ser. Deshacerse del más grande, del peor vampiro primero y el resto, en comparación, serían presas fáciles.
Nina lo vio tambalearse por los escalones, casi como si estuviese borracho. Se detuvo en la acera y se apoyó contra la puerta a su derecha. La luz del farol le iluminaba el rostro. En lugar de la amplia sonrisa que lucía tan a menudo en compañía de otros, su cara estaba desencajada, grandes surcos alrededor de su boca y ojos creaban una máscara de dolor.
¿Dolor? Ella frunció el ceño. De todo lo que sabía acerca de los vampiros, casi podía asegurar que no sentían mucho dolor, si es que sentían alguno. Sin embargo, Amaury parecía como si estuviera en el punto máximo de una migraña, presionando fuertemente sus manos contra sus sienes.
Ella contuvo el aliento mientras observaba el pecho de él, subir y bajar inhalando y exhalando profundamente. Había algo tan humano, tan vulnerable en él, que hizo que su propio pecho se estrujara de compasión. Al instante apartó el pensamiento de su mente. Pasaron unos segundos antes de que finalmente se incorporara, nuevamente con su cara normal.
Nina se mantuvo a una distancia segura detrás de él mientras lo seguía, el pavimento húmedo absorbía el sonido de sus zapatos de suela blanda. Por la dirección que él tomó, se dio cuenta que se dirigía a casa. Por qué vivía en Tenderloin, uno de los peores barrios de San Francisco cuando seguramente podía permitirse un lugar mucho mejor, era un misterio para ella. Su ropa, era casual, pero parecía cara. Y una vez lo había visto en su coche, un Porsche.
A medida que lo seguía por la colina, entrando lentamente en las partes menos agradables de la ciudad, donde muchos de los adictos a las drogas y los vagabundos se congregaban, ya había escogido un lugar donde hacerse cargo de él. Pacientemente, esperó el momento oportuno, cada paso la llevaría más cerca del lugar donde tendría una ventaja definitiva.
Nina rodeó a otro vagabundo que se había desmayado en la acera. El olor de alcohol y la orina, agredían sus sentidos. De repente, el borracho se movió y emitió un gruñido, asustándola. La adrenalina bombeó a través de sus venas. Bajó la mirada hacia el hombre, dispuesto a defenderse si fuese necesario, pero él estaba fuera de combate. Cuando volvió a mirar hacia arriba, Amaury acababa de doblar una esquina. Ella sólo alcanzó a ver la cola de su chaqueta larga.
Inmediatamente, aceleró el paso. No podía darse el lujo de perderlo, cuando estaba tan cerca de su objetivo. Dos cuadras más adelante, y estarían en el lugar que había seleccionado unos días atrás.
Las escaleras obsoletas que había descubierto, llevaban al techo de un edificio abandonado de una sola planta. La esquina diagonal de la escalera brindaba una vista clara hacia un callejón…un callejón estrecho que a Amaury le gustaba tomar. Al pasar por ahí, ella sería capaz de saltar sobre él desde arriba y apuñalarlo.
Nina se metió la mano en el bolsillo y tocó la estaca. La madera se sentía suave en su mano mientras la acariciaba como a un amante, ajustándola a la palma de su mano.
Amaury LeSang, serás un vampiro muerto en un minuto.
Era un hombre grande, sin embargo, un objeto tan pequeño provocaría su muerte. Era casi poético. A pesar de su fuerza y poder, los vampiros eran sorprendentemente vulnerables a algo tan simple, como un pedazo de madera. Había justicia en este mundo después de todo. Ella se haría cargo de esa justicia, esa noche.
Dobló la esquina en donde él había pasado hacía tan solo unos segundos antes. La estrecha calle, estaba oscura… y vacía. Nina se detuvo luego de patinar. ¿Se habría dado cuenta de ella después de todo y habría echado a correr, una vez que estuviera seguro que estaba fuera de su vista?
Buscó por la acera y las puertas. Nada, a excepción de un par de vagabundos que discutían y un adolescente que acechaba en las sombras, probablemente esperando a su distribuidor de drogas, si es que él mismo no era uno. No había ningún ruido o alguien a la vista, en los alrededores. Un escalofrío le recorrió la espalda, provocándole cierto malestar en el cuerpo.
Una cuadra más adelante, se encontraba el desvío hacia el callejón. Tal vez ya había pasado por ahí. Unos pasos adelante a su derecha, pasó por debajo del pequeño arco que llevaba a la escalera antigua. Subió los peldaños de dos en dos. Si se apresuraba, todavía podría estar en el lugar a tiempo para atacar.
Nina se apresuró y subió corriendo los últimos escalones, antes de que hiciera un giro brusco. Una carrera corta a través del techo y llegaría al privilegiado punto de vista desde donde vería expuesto el estrecho callejón de abajo. Ella sabía que le gustaba tomar ese atajo hacia su casa. Lo había visto hacerlo varias veces.
Sólo que esta vez, no estaba en el callejón. Lo había perdido. Todo su trabajo de esa noche había sido en vano. Una completa pérdida de tiempo.
¡Maldita sea!
Nina pateó el suelo de frustración y exhaló aire de sus pulmones. Un leve sonido detrás de ella, la hizo girar sobre sus talones. Sólo su rápida reacción la salvó de que la agarraran por detrás, pero una gran mano tomó su brazo. Su respiración se detuvo, y el miedo provocado por el inesperado contacto, hizo un nudo en su garganta. Sin ni siquiera mirarlo a la cara, ella sabía con quién estaba tratando.
Amaury era como un tanque: duro, inflexible, e imparable. Ella sintió cómo su poder en bruto enviaba cargas eléctricas a lo largo de su piel. Una preocupación genuina la invadió. Sin el factor sorpresa de su lado, ella no tenía ninguna posibilidad de ganar una pelea contra él. Fácilmente podría aplastarla, y ella le daría tan escasa resistencia como una brizna de pasto en el viento.
Escapar era su única opción en ese momento. No era tan orgullosa o tan estúpida como para quedarse.
Con un rápido movimiento le torció el brazo y lo empujó, haciéndole perder su control sobre ella. Una patada en la canilla, y ella se lanzó a correr, profiriendo maldiciones, él la perseguía. Cuando ella sintió que una mano agarraba su sudadera, pateó hacia atrás con su pierna, y luego giró con el otro pie y usó ambos brazos para torcer los de él para obligarlo a soltar su ropa. Pero había subestimado su fuerza o en todo caso, la fuerza de un vampiro.
—¿Quién diablos eres tú? — escupió Amaury. El profundo estruendo de su voz, hizo que un temblor recorriera su cuerpo y la piel se le erizara. —¿Y por qué me sigues?
Su porte imponente, se alzaba más de 20 centímetros sobre ella, abrumando sus sentidos. Una mano todavía agarraba su sudadera, le arrancó la capucha con la otra, haciendo caso omiso de los golpes que le propinaban sus brazos. Sus rizos cayeron desordenadamente. Nina trató sin éxito de soltarse de su mano, él levantó su barbilla obligándola a mirarlo.
—¡Eres una mujer!
Sus ojos se agrandaron mientras la miraba. Ella usó éste momento de duda, para torcer su agarre y liberarse de él. Ni siquiera dio dos pasos, cuando sus brazos la tomaron nuevamente, aferrándose a ella. En forma más estrecha esta vez, capturándola contra su duro cuerpo. Él le dio la vuelta. Presionando sus labios en una delgada línea, ella lo miró enfurecida… y vio los ojos más azules que alguna vez hubiese visto.
Nina había observado siempre a Amaury desde lejos, siempre desde una distancia segura. Esta era la primera vez que estaba a pocos centímetros de su rostro y su enorme cuerpo. Era alto y musculoso, de huesos grandes y hombros anchos. Pero no había un gramo de grasa en él. Su pelo era negro como el cuervo, largo casi hasta los hombros, y se rizaba un poco en las puntas.
Pero no era su pelo o su cuerpo fuerte, lo que capturó su atención, ni siquiera las manos que la mantenían presa en contra de su voluntad. Eran sus ojos. Tan azules y profundos como un océano, fijos en ella… hipnotizándola.
Tal vez podría haberse liberado de sus manos de alguna manera, pero no de sus ojos. Tampoco de la curva sensual de su boca, de la plenitud de sus labios o el pronunciado contorno de su fuerte mandíbula. Incluso su nariz estaba en perfecta proporción a su tamaño, larga y recta, casi griega.
Nunca en su vida se había encontrado cara a cara con un hombre tan guapo y sensual al mismo tiempo. A pesar de la precaria situación en la cual se encontraba… capturada por un vampiro… ella no luchó por escapar de sus brazos y alejarse de su cuerpo. Por el contrario, se encontró avanzando poco a poco, cada vez más cerca de él para disfrutar el calor que irradiaba. Amaury olía a tierra y cuero, un aroma puramente masculino. Se le apretó el estómago. La reacción sin sentido de su cuerpo, envió una señal de alarma que resonó en su cabeza.
¿Qué diablos estaba haciendo? Ella debería estarle pateando el trasero desde ahí a Alcatraz, no comiéndolo con sus ojos como una fanática de estrellas. Él era el enemigo, uno de los hombres responsables de la destrucción de su pequeña familia. ¿Por qué no se movía su cuerpo, cuando debería haber intentado al menos algunas de sus patadas de karate para escapar de su control?
Sus ojos entrecerrados eran agudos y calculadores, mirándola con recelo, pero no decía nada. Ella no creía que él podría estar sorprendido por el hecho de que una mujer lo había seguido, pero algo retenía su lengua.
Nina bajó los ojos para mirar su boca y vio sus labios entreabiertos como si fueran una invitación. Labios firmes y sensuales, que hacían señales para rozarse contra los de ella, tan siquiera para confirmar que no estaba soñando esa perfección delante de ella.
No. Sigue siendo el enemigo. Un vampiro malo.
Ella podía resistirse a esa tentación. Era una mujer fuerte… hasta que él exhaló, y ella aspiró su aliento… almizcle y tierra. Su perfume era embriagador, vicioso, como si contuviera una sustancia secreta diseñada para hacerla marearse. Humedeciendo sus labios secos, e incapaz de pensar con claridad, ella se estiró y alzó la cara hacia él. ¿Estaba él inclinándose hacia ella ahora, o era una ilusión?
Un vampiro realmente malo.
Sin embargo, tan atractivo.
¡No!
Tenía que luchar contra esto, luchar contra él.
¡Improvisa!
Sí, tenía que darle la vuelta a esto, usarlo como ventaja. Encontrar su debilidad.
¡Piensa! Eres una mujer inteligente, maldita sea ¡Piensa!
Eso es: una mujer. Ella era una mujer, y su debilidad eran las mujeres. Lo había visto en compañía de muchas de ellas, sí, ella podría utilizar eso. Podría funcionar.
O podría explotarle en la cara.
Nina no escuchó a su dudosa voz interna. En cambio, se movió unos centímetros más cerca de su rostro perfecto y presionó sus labios contra los de él.
Él pareció sorprendido, sus labios permanecieron rígidos por un momento. Pero entonces, sus manos soltaron el agarre casi mortal que tenía en sus brazos, y la atrajo hacia su cuerpo. Una mano rodeó su cintura, la otra estabilizó su cabeza, sus fuertes dedos enterrándose en sus rizos, de la manera que lo haría un amante. Su corazón latía con alivio…funcionó. Ella sería capaz de distraerlo y escapar.
Pero en el momento en que sus labios respondieron a los suyos, y su lengua la invadió, su cuerpo se hizo cargo. Su beso apagó el interruptor de su cerebro y apartó todo pensamiento cuerdo que había tenido… borrando su brillante plan de su mente, como si nunca hubiera existido.
~ ~ ~
Amaury atrajo a la hembra humana más cerca de él, aplastando sus senos contra su pecho. Los rizos rubios cortos se sentían suaves bajo su mano, como la seda.
Tan pronto como él sintió sus labios abrirse bajo tan poca presión, él respondió con un profundo gemido. Y entonces él le devolvió el beso. Ella le dio la bienvenida a su lengua haciendo duelo con la suya, animándolo a explorar. Él no la decepcionaría. Rotando su cabeza, buscó una penetración más profunda y encontró que ella, aceptaba con entusiasmo su demanda.
En su ropa sin forma, la había confundido con un delincuente juvenil, no como la mujer cálida y dispuesta, que resultó ser. Pero lo que realmente lo dejó pensando, fue el hecho de que no podía recoger ni una sola de sus emociones, era muy desconcertante y… fascinante.
Por fin una mujer a la que podía besar, sin centrarse en su liberación. Se sentía como un regalo del cielo poder disfrutar un beso como el que ahora compartía con ella. Un beso lleno de fuego, pasión, y deseo. No tenía ni idea de por qué le daba un beso, quién era ella, o lo que quería, pero su cuerpo apretado contra el suyo, se sentía completamente bien.
Por su propia voluntad, su mano se deslizó por debajo de su cintura, extendiéndola sobre su redondeado derrière. Con un gemido, Amaury la presionó contra su creciente erección y se hizo cargo.
Sus labios sabían a flores de vainilla, a inocencia. Inhaló su aroma, tomándolo profundamente y dejándose llenar de él. Olas de placer se vertían a través de su cuerpo, encendiendo la lujuria que apenas mantenía dentro de él. Su sabor era embriagador, exclusivamente femenino y con una sensualidad indescriptible. No dispuesto a detenerse, asaltó las cavernas de su boca como un bárbaro invasor, salvaje y feroz.
En lugar de retirarse de su asalto, ella le echó los brazos alrededor de su cuello, como si quisiera asegurarse de que él no se detuviera. No había posibilidad de que eso ocurriese, no mientras su pene palpitara con necesidad y su lengua le enviara choques pequeños a través de su cuerpo, cada vez que se rozaba contra la de él. La mujer sabía cómo volver a un hombre loco con sus besos.