Portadilla
UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE LA CIUDAD DE MÉXICO
DIFUSIÓN CULTURAL Y EXTENSIÓN UNIVERSITARIA
RECTORA
Tania Hogla Rodríguez Mora
COORDINADORA DE DIFUSIÓN CULTURAL Y EXTENSIÓN UNIVERSITARIA
Marissa Reyes Godínez
RESPONSABLE DE PUBLICACIONES
José Ángel Leyva
Portada
Créditos
COLECCIÓN: CORRIENTES LATINOAMERICANAS
Leer a Simón Rodríguez. Proyecto para América
Primera edición 2021
D.R. © Daniela Rawicz Morales
D.R. © Universidad Autónoma de la Ciudad de México
Dr. García Diego, 168,
Colonia Doctores, alcaldía Cuauhtémoc,
C.P. 06720, Ciudad de México
ISBN (ePub): 978-607-8692-57-6
Imagen de portada: Aarón Ernesto Aguilar Almanza
publicaciones.uacm.edu.mx
Esta obra se sometió al sistema de evaluación por pares doble ciego y su publicación fue aprobada por el Consejo Editorial de la UACM.
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¿Cómo acercarnos a la obra de Simón Rodríguez? Como toda creación, su obra no existe si no tiene quien la anime, sin mí, en este caso, alguien que la lea y encarne nuevamente: reclama mi conciencia y mi cuerpo para realizarse y consumarse. Cada lector le da el suyo para que cobre vida: la lectura es una transfusión de sangre cálida para resucitar una muerte que pide, desde la nada, este milagro.
León Rozitchner
Daniela Rawicz
Cada vez va siendo menos ignorado el hecho de que Simón Rodríguez constituye un tesoro de nuestra producción intelectual. Algunos de quienes se sienten con la fortuna de haber descubierto su extraordinaria obra —los autores y autoras de este libro, entre ellos— han cultivado cierto espíritu de secta, de sociedad secreta, incluso de mafia, como dirá con humor Luis Camnitzer,1 al empeñarse en el estudio de una figura tan excepcional como injustamente menospreciada. Durante mucho tiempo Simón Rodríguez y sus escritos fueron considerados como uno de los grandes olvidos de nuestra historia. Las anécdotas y leyendas que suplieron la ausencia de datos sobre su vida, su caracterización temprana como genio loco y las dificultades del acceso a sus obras, contribuyeron sin duda a hacer perdurar esta imagen.
Sin embargo, los lectores y estudiosos de Simón Rodríguez no son escasos.2 En el siglo xix aparecieron los primeros comentaristas: Miguel Luis Amunátegui, José Victorino Lastarria, Manuel Uribe Ángel, Arístides Rojas, son algunos de los más importantes.3 Estos primeros intérpretes fueron, sobre todo, biógrafos y de ellos provienen algunos de los tópicos más reproducidos por la crítica posterior: su carácter excéntrico y desequilibrado, su adhesión al socialismo utópico europeo, su participación en la conspiración de Gual y España, la desaparición de la mayor parte de su obra en un incendio en Guayaquil, entre otros.
En 1954, Pedro Grases publicó una valiosa recopilación titulada Simón Rodríguez. Escritos sobre su vida y su obra que recupera una gran parte de los textos producidos hasta ese momento.4 En esas páginas podemos ver la configuración de otro lugar común de la crítica, alimentado en el siglo xx por la tradición de estudios bolivarianos: la ubicación, y en ocasiones reducción, de la figura de Simón Rodríguez a la de «maestro del libertador», así como la impronta de la Ilustración francesa, especialmente de Jean Jacques Rousseau, en su pensamiento.
Desde la segunda mitad del siglo xx, gracias a la publicación de nuevas ediciones de su obra —especialmente Escritos de Simón Rodríguez de Pedro Grases, de 1954, y las Obras completas de 1975—,5 se multiplican los lectores y florece una gran variedad de líneas de interpretación de sus textos. Políticos, filósofos, literatos, pedagogos y artistas; científicos y militantes socialistas leyeron su obra y lo ubicaron como un americanista singular (Arturo Uslar Pietri), un representante del romanticismo hispanoamericano (José Lezama Lima, Leopoldo Zea), el primer socialista americano (Jesús Antonio Cova), el fundador de la pedagogía popular (Jesualdo Sosa, Adriana Puiggrós), el precursor del pensamiento utópico en la región (Dardo Cúneo), el creador de la semiótica en América Latina (Arturo Andrés Roig, Daniel Prieto Castillo), un filósofo productor de ideas originales (León Rozitchner), el antecedente de las vanguardias estéticas y literarias (Roberto Schwartz, Susana Rotker), así como del arte conceptual en América Latina (Luis Camnitzer).6
En lo que va del siglo xxi no han dejado de surgir nuevos lectores, con miradas renovadas e interpretaciones más refinadas de su obra. Maximiliano Durán, por ejemplo, utiliza las categorías de Alain Badiu para revisar la idea de educación popular; o, en nuestro grupo de investigación, Omar Velasco indaga en la abducción y la analogía como métodos de pensamiento en Rodríguez.7
Todas estas interpretaciones tienen una relación estrecha con el acceso a sus escritos, posibilitado y condicionado también por las ediciones en las que aquellos han circulado. Sociedades americanas en 1828, el gran proyecto editorial de nuestro autor, es, sin duda, la referencia más recurrente, aunque los escritos que se consideran en la interpretación de esta obra, varían.8
Pero Simón Rodríguez no sólo ha generado reflexiones críticas. Ha inspirado también un conjunto de prácticas de distinta envergadura, no sólo en su natal Venezuela sino en otros países latinoamericanos: escuelas y universidades con su nombre, agrupaciones políticas, colectivos sociales, propuestas didácticas e incluso obras artísticas (poesía, plástica, música y artes visuales) inspiradas en su pensamiento.9 En estas distintas formas en que ha sido leída y asumida la obra, llama la atención precisamente la capacidad inagotable de interpelar a los lectores que tiene Rodríguez. Cada lectura de sus escritos parece estar marcada siempre por el asombro y el descubrimiento; como si en la travesía por ese estilo exótico, lleno de recursos retóricos, críptico por momentos, cada quien encontrara referencias clave, abiertas o cifradas a veces, para sus propias inquietudes intelectuales y vitales.
Esta fecundidad para generar una variedad y riqueza de interpretaciones, este poder de interpelación de lectores de diversos horizontes históricos son algunos de los elementos más importantes que hacen de Simón Rodríguez, y de su obra Sociedades americanas en 1828, un clásico del pensamiento latinoamericano. Jorge Luis Borges definió como clásico a «aquel libro que una nación o un grupo de naciones o el largo tiempo han decidido leer como si en sus páginas todo fuera deliberado, fatal, profundo como el cosmos y capaz de interpretaciones sin término».10 Esto es lo que ocurre con su obra. También plantea Borges que lo que se considera un clásico varía con las épocas, los espacios y los lectores. Una de las tareas de la historia de las ideas latinoamericanas ha sido la de construir y revisar críticamente su canon. Si en otras épocas la incorporación de Rodríguez en compilaciones, manuales y programas de estudio fue ocasional, hoy es un autor imprescindible.
Bajo estas premisas ha sido concebida la presente obra que reúne una selección de trabajos del grupo de investigación en Filosofía e Historia de las Ideas «O inventamos o erramos», presentados originalmente como ponencias en las siete Jornadas Rodriguistas realizadas entre octubre de 2013 y octubre de 2016, y considerados representativos de las preocupaciones del grupo en torno a la figura y los escritos de Simón Rodríguez durante estos años. En conjunto, los trabajos pueden considerarse como una aproximación al proceso intelectual de nuestro autor, a partir de su obra misma y de los testimonios que tenemos sobre él.
Estudiosa apasionada de su obra, María del Rayo Ramírez Fierro, acompañada desde 2012 por Rafael Mondragón, y unos años más tarde por quien escribe estas líneas, ha consolidado un colectivo de trabajo formado por jóvenes de la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (uacm) y de la Universidad Nacional Autónoma de México (unam) en quienes ha despertado la curiosidad y el entusiasmo por esta figura de nuestra América que escribió precisamente para las nuevas generaciones. Desde la formación del grupo, algunos miembros ya se han titulado con investigaciones sobre Simón Rodríguez y permanecen en el colectivo mientras avanzan en sus posgrados e inician su vida profesional (Grecia Monroy, Aarón Preciado, Gabriel García, Alberto Monroy, Omar Velasco, Itzel García); otros están en proceso de graduación y discuten en el seminario sus proyectos de investigación y borradores de tesis (Gloria Campos, Luis Cabañas, Jorge González, Gibrán Bahena), y recientemente se están acercando al grupo estudiantes que inician apenas su formación universitaria y su conocimiento del autor, tanto en la uacm como en la Facultad de Filosofía y Letras de la unam. En el camino, se sumaron también otros académicos con intereses afines. Es el caso de Freja Cervantes y Guadalupe Correa, profesoras e investigadoras de la Universidad Autónoma Metropolitana. Esta confluencia hizo posible la publicación reciente, largamente proyectada, de la edición facsimilar, documentada y anotada de Sociedades americanas en 1828.11
Uno de los espacios que aglutina el trabajo del grupo son las Jornadas Rodriguistas que desde 2013 y hasta el presente se han venido realizando una o dos veces al año: febrero y octubre, meses en que se conmemora la muerte y el nacimiento del pensador venezolano, respectivamente. Estrechamente vinculadas al seminario permanente de discusión, las jornadas combinan la invitación a especialistas externos, nacionales e internacionales, con la presentación de avances de investigación o proyectos específicos de los propios integrantes o allegados al colectivo. Estos eventos han representado para el grupo un espacio de reflexión, diálogo e intercambio, formativo y enriquecedor.
Al calor de este diálogo se ha ido forjando una interpretación de su obra manifestada de una u otra forma en los textos de esta compilación. Aunque cada autor trata un aspecto particular, originado en inquietudes individuales, se pueden identificar algunas líneas fundamentales de diálogo y debate con la tradición crítica que constituyen una especie de trasfondo común a los artículos y revelan la perspectiva interpretativa que caracteriza al grupo. En este sentido, podríamos señalar al menos cinco cuestiones que imprimen su sello a los trabajos de esta obra: 1) una clara intención de distanciarse de la imagen manida de Simón Rodríguez como maestro del libertador que invisibiliza y empobrece los alcances de su obra como pensador original; 2) la insistencia en el carácter de proyecto editorial de Sociedades americanas en 1828, obra fundamental de Rodríguez, que contiene el plan económico, político, filosófico y educativo —además de su innovadora propuesta escrituraria—, al que nuestro autor dedicó gran parte de su vida y esfuerzos; 3) la inscripción de sus ideas en una tradición diversa, fragmentaria y episódica de pensamiento radical latinoamericano que se resiste a los intentos de encuadre dentro de las corrientes prefiguradas del pensamiento occidental (liberalismo, socialismo, romanticismo, etcétera); 4) una exigencia de lectura de la obra a partir de la articulación entre formas y contenidos, que ha llevado a tomar en serio la propia propuesta del autor sobre la escritura, el diseño de las páginas y la forma de los razonamientos que configuran todo un método para pensar y hacer; 5) una particular comprensión del carácter utópico de los textos de Rodríguez, entendido a partir de la función crítica y el potencial transformador que tiene para un sujeto en determinadas circunstancias socio históricas.
Aunque las presentaciones han sido preparadas para publicarse en forma escrita, conservan en mayor o menor medida el espíritu de «ponencia» con el que fueron concebidas, es decir, son textos relativamente breves, con un lenguaje fluido, que buscan estimular la reflexión y el debate. Lo relevante en estos trabajos es que procuran sustentarse en una lectura rigurosa de los escritos, atendiendo a las circunstancias de su publicación y al proyecto histórico que les da sentido. La mayor parte de las citas de su obra se reproducen como imágenes, tomadas de los originales —algo que sólo encontramos ocasionalmente en análisis más recientes de nuestro pensador—, para que pueda apreciarse el diseño, la tipografía y la ortografía que el autor dispuso para «pintar» sus pensamientos. Simón Rodríguez concebía el espacio de la página como una pintura, con un sentido al mismo tiempo pedagógico, estético y político; de aquí la decisión grupal de reproducir su escritura con la mayor fidelidad posible aun cuando se cite sólo un fragmento. Asimismo, las referencias, notas a pie y, en suma, todo el aparato crítico, intentan dar cuenta de la lectura sistemática de la obra de Rodríguez que el grupo ha emprendido desde hace varios años. Los textos más referidos son los que se consideran parte del corpus de Sociedades americanas en 1828, obra a la que se han dedicado principalmente los esfuerzos interpretativos del grupo. En los artículos se plasman, además, los hallazgos de distintos archivos de las ediciones originales de esta obra en bibliotecas del mundo (Chile, Venezuela, Colombia, Ecuador, Estados Unidos, Alemania) cuyo contraste entre sí y con ediciones posteriores ha permitido formular varias hipótesis de trabajo.
Los dos breves trabajos que inauguran el libro se centran en la figura de Simón Rodríguez cuya imagen (María del Rayo Ramírez Fierro) y personalidad (Mariana Brito Olvera) han sido desde siempre objeto de polémica tanto como sus ideas. ¿Quién fue Simón Rodríguez? ¿El afrancesado dandi de levita que vemos en algunos retratos de la época o el zambo Simón como él se hacía llamar? ¿Qué hay de cierto en las anécdotas que se cuentan sobre su carácter desmesurado y excéntrico que le valieron el apodo de «loco»? Estos textos revelan pistas para adentrarnos en la complejidad de un hombre que encarnó de manera ejemplar sus ideas. El siguiente trabajo refiere a un problema clave para el grupo: la comprensión de Sociedades americanas en 1828 como obra fundamental de Rodríguez a partir de una «voluntad de proyecto» (social y discursivo) que puede rastrearse claramente en los espacios paratextuales de las diversas publicaciones que contienen reflexiones metaeditoriales en las que el autor ha dejado indicios de la construcción de esta obra (Grecia Monroy Sánchez).12 Le siguen dos reflexiones sobre la educación, tema central del proyecto rodriguista. En la primera, se exploran los alcances de una filosofía erótica y una educación estética anclada en las necesidades y la sensibilidad de los cuerpos (María del Rayo Ramírez Fierro). En la segunda, se comparan las propuestas y experiencias de Simón Rodríguez y Paulo Freire como ejercicios utópicos de una pedagogía para la liberación (Richards Alberto Monroy Acosta y Edgar Gabriel García Rodríguez). Los cuatro textos siguientes abordan dos dimensiones estrechamente vinculadas: las formas de razonamiento y las formas de expresión. Los dos primeros, plantean, desde la filosofía, el problema de la forma y el método del pensar en Rodríguez: la relación entre razón y sensibilidad (Aarón Manuel Preciado Ramírez) y los momentos de una hermenéutica histórica (Luis Felipe Cabañas Albarrán). Los dos siguientes, priorizan la dimensión retórica de los escritos rodriguistas: la utilización del lenguaje musical como medio expresivo en el intento de ligar la dimensión oral y escrita (Jorge González Ramírez) y la ironía como recurso argumentativo que permite entablar la polémica con sus contemporáneos y desenmascarar el discurso del poder (Daniela Rawicz). Finalmente, incluimos un escrito colectivo (Alfredo Fabián Díaz Rendón, Gabriela Verónica Trinidad Velázquez, Itzel Vanessa García de Jesús, Omar Velasco Ortíz, Sandra Nayeli González Trejo, Sandra Nicté Solís Sánchez), que da cuenta de una experiencia editorial estudiantil inspirada en las publicaciones periódicas del siglo xix: El Mercurio Rodriguista. Este periódico «lúdico y de transgresión académica», editado por María del Rayo Ramírez Fierro y Omar Velasco, va por su tercera edición y consideramos que es un ejemplo del tipo de ejercicio crítico y transformador de las prácticas y las subjetividades que es capaz de animar el pensamiento de Simón Rodríguez.
Así pues, este libro busca hacer una contribución valiosa, en primer lugar, para quienes se acercan por primera vez a la obra del maestro venezolano, como una invitación a conocer la belleza de sus escritos y la profundidad y radicalidad de sus propuestas; también para los estudiosos de su pensamiento, como una forma de estimular el diálogo de perspectivas y un conocimiento más complejo del proceso intelectual de nuestro pensador; finalmente, para el propio colectivo, como ejercicio de sistematización, balance y autorreflexión respecto del trabajo acumulado.
Simón Rodríguez es el autor de un proyecto radical de enorme vigencia: hacer una segunda revolución, económica, para completar la independencia política; crear una auténtica república, sin reyes y sin congresos; colonizar el país con sus propios habitantes; impulsar la educación popular y restituir al pueblo su capacidad de autogobierno; formar nuevos hombres y mujeres para la libertad; conmover su razón y su sensibilidad para crear una conciencia social; pintar el pensamiento con palabras. He aquí los trazos generales de un plan que todavía espera su realización. Las tres últimas décadas en América Latina han demostrado la fragilidad de unas democracias que no han sido acompañadas por una transformación profunda de las estructuras económicas y sociales que, por lo tanto, perpetúan injusticias seculares; el territorio está siendo colonizado por megaproyectos cuya instalación conlleva el despojo, el desplazamiento, cuando no la eliminación de las comunidades que, parafraseando a Rodríguez, habitan su suelo; la ciudadanía se ha visto disminuida y atrofiada por la hiper valoración del consumo masivo, mientras crece la deuda con el ejercicio efectivo de muchos derechos individuales y colectivos; la presión por la privatización de la educación está dando por tierra con las expectativas de una auténtica educación popular (que para él significa pública y social) y nuestra subjetividad contemporánea parece signada por la in-dolencia hacia el otro y su padecer. Por estas razones, leerlo es hoy una necesidad y un acto de compromiso con los problemas de nuestras sociedades, interpelados por esa «débil fuerza mesiánica» que, como ha señalado Walter Benjamin, hemos heredado de las generaciones de vencidos que nos precedieron y «sobre la cual el pasado reclama su derecho».13
El de Simón Rodríguez es todavía, en gran medida, un proyecto por reconstruir porque para comprender su significación profunda es necesario un ejercicio de lectura atenta y paciente de sus escritos, que articule las piezas dispuestas en el modo fragmentario y circunstancial —siempre lúdico y creativo— de las publicaciones donde quedó expresado. Proyecto económico, social, educativo, filosófico para una América naciente. Pero también proyecto personal, que dio sentido a toda una vida. En una época de incertidumbre y crisis, en la que sumamos viejas y nuevas servidumbres, nos interpela la firmeza con que defendió su proyecto emancipatorio; su entereza para enfrentar la incomprensión de sus contemporáneos y la voluntad para ponerlo en práctica cada vez que las circunstancias le dieron ocasión. Y, a veces, a pesar de ellas.
«Leer es resucitar ideas —dice Rodríguez en uno de sus pasajes más bellos y citados— y para hacer esta especie de milagro es preciso conocer el espíritu de las difuntas o tener espíritus equivalentes que subrogarles». Con este espíritu, los autores y autoras de este libro hemos buscado leer a Simón Rodríguez, intentando reanimar, con la comprensión de su proyecto, nuestro propio deseo de transformación. En este sentido, y volviendo a Borges: «Clásico no es un libro (lo repito) que necesariamente posee tales o cuales méritos; es un libro que las generaciones de los hombres, urgidas por diversas razones, leen con previo fervor y con una misteriosa lealtad».14
1 En la Décima Jornada Rodriguista, realizada en febrero de 2019 (organizada por la uacm, la Facultad de Artes y Diseño de la unam y la revista La Tempestad), Luis Camnitzer participó como invitado especial. Al recibir la «membresía rodriguista» (especie de credencial simbólica otorgada por el grupo «O inventamos o erramos» a quienes han producido obra sobre Simón Rodríguez) el artista propuso, con humor e ironía, la noción de «mafia» para referirse a los estudiosos de Rodríguez por tratarse de un tipo de asociación con «poder» real.
2 A fin de profundizar en el análisis de cómo ha sido leída la obra de Simón Rodríguez, el grupo de investigación está en proceso de publicación de una nueva obra colectiva titulada Estudios críticos sobre Sociedades americanas en 1828. En la primera y segunda parte de este trabajo, se aborda con mayor detenimiento tanto el tratamiento de la vida de Simón Rodríguez por parte de sus biógrafos y memorialistas como la tradición crítica, especialmente del siglo xx, en torno a la obra de nuestro autor.
3 Cf. Miguel Luis Amunátegui y Gregorio Víctor Amunátegui, Biografías de americanos. Santiago: Imprenta Nacional, 1854; José, Victorino Lastarria, Recuerdos literarios. Santiago: Imprenta de la República de Jacinto Núñez, 1878; Manuel Uribe Ángel, «El libertador, su ayo y su capellán», en Home-naje de Colombia al libertador Simón Bolívar en su primer centenario, 1783-1883. Bogotá: Imprenta de Medardo Rivas, 1884; Arístides Rojas, Leyendas históricas de Venezuela. Caracas: Imprenta de La Patria, 1890.
4 Uno de los problemas de esta recopilación es que de algunos textos aparece sólo una selección de fragmentos. Sin embargo, es una fuente imprescindible para entender el tipo de lectura emprendida en las primeras décadas del siglo xx.
5 Escritos de Simón Rodríguez. Compilación y estudio bibliográfico: Pedro Grases, 3 vols. Caracas: Sociedad Bolivariana de Venezuela/Imprenta Nacional, 1954-1958; Simón Rodríguez, Obras completas. 2 tomos. Caracas: Universidad Simón Rodríguez, 1975. Otras ediciones importantes son: Sociedades americanas. Caracas: Biblioteca Ayacucho, 1990; Obras completas (ed. Carlos H. Jorge y Juan José Rosales). Caracas: Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez, 2016; y la más reciente preparada por el grupo de investigación «O inventamos o erramos»: Sociedades americanas en 1828. El proyecto editorial con las cinco ediciones facsimilares que constituyen el corpus de la obra clásica. México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2018. En la obra colectiva que se encuentra en prensa (véase nota 2) se realiza un análisis pormenorizado de todas las ediciones conocidas de la obra de Simón Rodríguez.
6 Arturo Uslar Pietri, «Simón Rodríguez, el americano», en Letras y hombres de Venezuela. México: fce, 1948; José Lezama Lima, «El romanticismo y el hecho americano», en La expresión americana. Cuba: Instituto Nacional de Cultura: 1957; Leopoldo Zea, Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica: del romanticismo al positivismo. México: El Colegio de México, 1949; Jesús Antonio Cova, Don Simón Rodríguez, maestro y filósofo revolucionario, primer socialista americano. Vida y obra del gran civilizador. Buenos Aires: Editorial Venezuela, 1947; Jesualdo, «Simón Rodríguez. El pensamiento pedagógico de su juventud», en Cruz del Sur. Caracas: septiembre, (7-10), 1995; Adriana Puiggrós, De Simón Rodríguez a Paulo Freire: educación para la integración iberoamericana. Bogotá: Convenio Andrés Bello, 2005; Dardo Cúneo, «Aproximación a Simón Rodríguez», en Inventamos o erramos (pról. y selección de Dardo Cúneo). Caracas: Monte Ávila, 1988; Arturo Andrés Roig, «Semiótica y utopía en Simón Rodríguez», en Revista Interamericana de Bibliografía. Washington: (xliv-3), 1994; Daniel Prieto Castillo, Utopía y comunicación en Simón Rodríguez. Quito: ciespal, 1987; León Rozitchner, Filosofía y emancipación. Simón Rodríguez: el triunfo de un fracaso ejemplar. Buenos Aires: Biblioteca Nacional, 2012; Roberto Schwartz, «Utopías del lenguaje: nwestra ortografía bangwardista», en Saúl Sosnowsky (selección, prólogo y notas), Lectura crítica de la literatura americana. Vanguardismo y tomas de posesión. Caracas: Ayacucho, 1997; Susana Rotker, «Simón Rodríguez: La carcajada más seria del siglo xix», en Bravo pueblo: poder, utopía y violencia. Caracas: La nave va, 2005; Luis Camnitzer, Conceptualism in Latin American art: didactics of liberation. Austin: University of Texas Press, 2007.
7 Maximiliano Durán, «Radicalidad y originalidad en el proyecto de educación popular de Simón Rodríguez», en Revista de artes y humanidades unica. Maracaibo (12-2), mayo-agosto de 2011; Omar Velasco, «Retazos metodológicos: pensamiento analógico, abducción y razón utópica», ponencia presentada en la Novena Jornada Rodriguista, octubre de 2018, Casa Vlady, uacm.
8 Así, por ejemplo, las ediciones de 1828 y 1842 tituladas Sociedades americanas en 1828, suelen ser las referencias constantes; los escritos de 1834 y 1840 publicados como Luces y virtudes sociales suelen confundirse como si se tratara de un mismo escrito, y los artículos que componen la Crítica de las providencias del gobierno, así como los extractos de 1840 y 1849, rara vez son analizados (véase el tercer artículo de esta obra).
9 Sólo a título de ejemplos aislados podemos mencionar la Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez de Venezuela, la escuela primaria «Simón Rodríguez» en Cuba, el colectivo Interferencias en Colombia, la agrupación docente-estudiantil «Simón Rodríguez» en Mendoza, Argentina; la obra plástica de Camnitzer en Estados Unidos; la poesía de Gabriel García y la música de Jorge González en México.
10 «Sobre los clásicos», en Otras inquisiciones, incluido en Obras Completas (1923-1972). Buenos Aires: Emecé Editores, 1974, p. 773.
11 Sociedades americanas en 1828. El proyecto editorial con las cinco ediciones facsimilares que constituyen el corpus de la obra clásica. México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2018.
12 A partir del trabajo precursor de Pedro Grases sobre los escritos de Simón Rodríguez (1954), la hipótesis de Sociedades americanas en 1828 como obra maestra inconclusa y como proyecto editorial fue propuesta por Rafael Mondragón hacia 2014 en varios encuentros del grupo. Grecia Monroy trabajó ampliamente esta idea en su tesis de licenciatura, en 2015 y Rafael Mondragón la desarrolló también en un artículo reciente. Ambos textos constituyen una referencia constante en los trabajos de este libro.
13 Walter Benjamin, Tesis sobre la historia y otros fragmentos (introducción y traducción de Bolívar Echeverría). México: uacm-Ítaca, 2008.
14 Jorge Luis Borges, op. cit. p. 773.