A través de nuestras publicaciones se ofrece un canal de difusión para las investigaciones que se elaboran al interior de las universidades e instituciones públicas de educación superior del país, partiendo de la convicción de que dicho quehacer intelectual solo está completo y tiene razón de ser cuando se comparten sus resultados con la colectividad. El conocimiento como fin último no tiene sentido, su razón es hacer mejor la vida de las comunidades y del país en general, contribuyendo a que haya un intercambio de ideas que ayude a construir una sociedad madura, mediante la discusión informada en la que tengan cabida todos los ciudadanos, es decir utilizando los espacios públicos.

Con nuestra colección Pública crítica presentamos una serie de investigaciones en torno a la crítica, a la teoría y a la reflexión literarias, elaboradas por académicos —principalmente mexicanos— pero que, como el quehacer literario, trasciende por mucho los límites o fronteras nacionales.

Títulos de Pùblicacrítica

1. Constelaciones I. Ensayos de Teoría narrativa y Literatura comparada

Luz Aurora Pimentel

2. Galería de palabras. La variedad de la ecfrasis

Irene Artigas Albarelli

3. La risa en la literatura mexicana (apuntes de poética)

Martha Elena Munguía

4. Análisis del discurso: estrategias y propuestas de lectura

Irene Fenoglio Limón, Lucille Herrasti y Cordero y Agustín Rivero Franyutti (coordinadores)

5. Tránsitos y umbrales en los estudios literarios

Adriana de Teresa Ochoa

(coordinadora)

6. De Perséfone a Pussycat. Voz e identidad en la poesía de Margaret Atwood

Claudia Lucotti

7. Poesía, pensamiento y percepción. Una lectura de Árbol adentro de Octavio Paz

Martina Meidl

8. Aproximaciones a la escritura autobiográfica

Blanca Estela Treviño García (coordinadora)

9. Manifiestos... de manifiesto. Provocación, memoria y arte en el género-síntoma de las vanguardias literarias hispanoamericanas,

1896-1938

Osmar Sánchez Aguilera (editor)

10. Narración, experiencia y sujeto

Humberto Guerra

11. Perspectiva de análisis del discurso en un cuento infantil

Lucille Herrasti e Irene Fenoglio (coordinadoras)

Los derechos exclusivos de la edición quedan reservados para todos los países de habla hispana.

Prohibida la reproducción parcial o total, por cualquier medio conocido o por conocerse, sin el consentimiento por escrito de su legítimo titular de derechos.

El personaje gay. Un acercamiento crítico desde la perspectiva de género, los estudios gay y la teoría queer en seis cuentos mexicanos.

D.R. © Víctor Saúl Villegas Martínez

Primera edición en papel: septiembre 2018

Edición ePub: diciembre 2018

De la presente edición:

D.R. © 2018, Bonilla Artigas Editores

S.A. de C.V.,

Hermenegildo Galeana 111

Barrio del Niño Jesús

C. P. 14080, Tlalpan, Ciudad de México

Tel.: 55 44 73 40 / Fax 55 44 72 91

editorial@libreriabonilla.com.mx

www.libreriabonilla.com.mx

ISBN: 978-607-8560-34-9

ISBN ePub: 978-607-8560-74-5

Coordinación editorial:

Bonilla Artigas Editores

Diseño editorial: Maria L. Pons

Diseño de portada: Mariana Guerrero del Cueto

Realización ePub: javierelo

Hecho en México

Contenido

Introducción

I

“Haz conmigo lo que quieras: reina, esclava o mujer”

“Costumbres, viejas costumbres”

Las identidades sexuales

“Me enferma, me hunde, me quema”

“Me puse tacones, me pinté y era bella”

II

“Este es un lugar de ambiente, donde todo es diferente”

“Yo he rodado de acá para allá, fui de todo y sin medida”

“Si anduve con este y con aquel”

III

Homosexualidad trágica en “Mapache” de Jorge Arturo Ojeda

La construcción del homoerotismo en “Hoy te he recordado...” de Luis González de Alba

Masculinidad hegemónica y homofobia en “Opus 123” de Inés Arredondo

El doble exilio en “La cuenta de los días” de Luis Zapata

La identidad mutable en “El alimento del artista” de Enrique Serna

Performatividad y migración en “Bernal y Beatriz” de José Joaquín Blanco

Conclusiones

Bibliografía

Sobre el autor

 

A mis padres, Edith y Víctor

 

Introducción

El estudio de la literatura gay mexicana es un trabajo que ha comenzado a fructificar a mediados de la década de los noventa, en gran medida impulsado por un movimiento de liberación sexual que inició poco más de veinte años atrás. Este hecho se debe a la visibilidad de los grupos mantenidos al margen y oprimidos por un régimen heteronormativo y patriarcal: las asociaciones en pro de las libertades de gays y lesbianas han aparecido y alzado la voz en contra de una mordaza, establecida en el seno de la naturalización de la sexualidad y el género. No obstante, el corpus de la literatura gay mexicana no está compuesto en su totalidad por obras publicadas recientemente; al contrario, su entrada en el ámbito literario se remonta al mismo corazón de la literatura decimonónica, con la famosa Historia de Chucho el Ninfo y la Noche Buena, de José Tomás de Cuéllar,1 que, a pesar de evidenciar la figura del afeminado para criticar su impertinencia en la formación de la identidad nacional, es parte del canon mencionado. Sin embargo, antes de continuar hablando de la literatura gay, es preciso determinar qué expresión escrita se considera como tal, y definirla.

Lo más sencillo sería decir que la literatura gay comienza con los escritores homosexuales que escriben acerca de esta experiencia, como es el caso de Luis Zapata, cuya obra está orientada a mostrar la formación del universo gay mexicano; pero ahí no termina la cuestión: la literatura gay extiende sus límites más allá de este concepto, por lo que se puede agregar también la literatura escrita por gays que no hablen acerca de esta situación y la desarrollada por escritores que no presentan esta sexualidad, aunque escriban acerca del tema para mostrarlo, elogiarlo o, en su defecto, denigrarlo.

Otro aspecto que resulta muy importante cuando se habla de literatura gay es definir no sólo el corpus que abriga esta expresión, sino delimitar los alcances del término “gay”, lo cual resulta un tanto conflictivo en nuestra cosmovisión mexicana. No obstante, antes de definir lo gay, es imprescindible acotar qué se entiende por homosexual, lo que remonta a la Europa de mediados del siglo XIX. El famoso “discurso higienista” de aquella época buscaba clasificar y dar un nombre a los individuos que realizaban actos sexuales con sujetos de su mismo género, por lo que crea la etiqueta “homosexual” para mostrar –desde esta postura– sus características, y perseguir a las personas que se identificaran con ella. Lo que el “discurso higienista” olvidó fue que al mostrar la performatividad de una identidad sexual no sólo ponía en jaque la naturalidad del universo heterosexual, sino también daba forma y conjuntaba en un solo grupo a un buen número de personas que se encontraban dispersas y que, posteriormente, con esa misma etiqueta, exigieron derechos y se reconocieron entre sí. El término homosexual engloba entonces tanto a hombres como a mujeres, quienes unieron fuerzas respecto a su propia defensa. Una vez establecida la categoría homosexual, el Estado se encargó de perseguir a los individuos que se sujetaran a este término, utilizando la psiquiatría para justificar sus atrocidades: los homosexuales no sólo eran enemigos de la comunidad por no acatar la sexualidad hegemónica, sino enfermos a los que se debía estudiar y, obviamente, curar.

Las décadas posteriores a la invención de la categoría homosexual son conocidas como “el siglo oscuro” debido al castigo impuesto contra este grupo. Sin embargo, la lucha por las libertades y los derechos de los homosexuales comenzó desde el mismo instante en que se les designara como tal. Es por ello que, durante este tiempo, se conforma una oposición al flagelo impuesto. El llamado “siglo oscuro” termina a finales de la década de los sesenta del siglo xx, con los diversos grupos que albergaban las identidades políticas subordinadas. La palabra “homosexual” cae en desprestigio, por la carga peyorativa que implicaba, y se comienza a utilizar el término “gay” para designar a las personas que reconocían sus actos sexuales con individuos de su mismo sexo. La formación de la identidad gay se relaciona también con un estilo de vida muy estadounidense, que apelaba directamente a hombres blancos, de clase alta y poco amanerados. Este concepto se traslada a las latitudes latinoamericanas y lo que se obtiene frecuentemente es una imitación de su homólogo norteamericano. De esta forma, el gay, con toda su caracterización primermundista, no tiene cabida en los espacios de América Latina; aunque con el paso del tiempo el término ha tenido un verdadero desliz semántico y ha comenzado a utilizarse como un sinónimo de “maricón”. Si en un inicio la palabra gay designaba tanto a hombres como a mujeres, posteriormente sólo se utilizó para designar a los primeros y para las segundas se utilizó el de “lesbianas”. Con esta aclaración es más fácil decir que cuando se estudia al personaje gay en la literatura mexicana se habla del individuo masculino que prefiere a las personas de su mismo sexo, que si bien puede mostrar un cierto amaneramiento, no llega a una situación de travestimiento.

En esa perspectiva, el objetivo de indagar en los personajes gays de la literatura mexicana tiene su origen principalmente en la escasez de material al respecto. Si bien existe ya un trabajo antologador, como De amores marginales, de Mario Muñoz,2 y diversos estudios sobre arte y literatura, realizados por Luis Mario Schneider,3 Antonio Marquet,4 Carlos Monsiváis5 e Iam Lumsdem,6 entre otros, no se ha efectuado un estudio crítico sobre la formación de la identidad gay en la literatura mexicana. Los aportes de esos autores han sido importantísimos desde el aspecto de la crítica de la literatura y la cultura, ya que han abierto una brecha en este aspecto: se atrevieron a romper el tabú del tema y facilitaron la labor de las investigaciones posteriores. A esto se debe sumar también la tarea efectuada por críticos extranjeros, como David William Foster,7 Brad Epps y Dieter Ingenschay,8 quienes se han dedicado a investigar el homoerotismo en la literatura latinoamericana desde el ámbito de los estudios de género, los estudios gay y la muy en boga teoría queer. Al realizar estas investigaciones sobre la literatura latinoamericana, encontramos que han tocado muy de cerca el tema de la literatura gay mexicana, autores como Luis Zapata,9 José Joaquín Blanco,10 José Rafael Calva,11 Jorge Arturo Ojeda,12 Miguel Barbachano Ponce,13 Luis González de Alba14 y Jorge López Páez.15 La crítica, así, comienza a olvidarse de prohibiciones moralistas y académicas que desdeñan la literatura gay, y en toda América Latina se vive una especie de boom al respecto de este tema que se ve reflejado en antologías de cuento y poesía, volúmenes de ensayo y numerosos trabajos de investigación.

Este trabajo, por tanto, trata de evidenciar los elementos que conforman y revisten al personaje gay en el contexto de la literatura mexicana y ver cómo ha sido su proceso de evolución: desde los atisbos de una masculinidad un tanto feminizada hasta la declaración directa de su sexualidad. Sin embargo, el personaje gay ha cambiado su manera de subsistir, ya que si en un principio practicaba su sexualidad de manera oculta, marginado y automarginado, posteriormente se dedicó a mostrar a la sociedad su identidad y la cultura que con ello estaba formando. Su final, igualmente, ha evolucionado desde la muerte como sanción social o el suicidio como autoflagelación, hasta el suicidio por amor o a la búsqueda incesante de la pareja idónea. En esa línea, el objetivo del trabajo es mostrar la evolución del personaje gay con base en el análisis de seis cuentos de las últimas tres décadas del siglo XX, razón por la cual se estudiarán cuentos publicados a partir de 1970, representativos de la literatura gay mexicana.

La mayoría de los críticos actuales que realizan investigación sobre la literatura gay han hecho sus estudios con base en la teoría queer, desde la que se adopta una postura un tanto radical –que tiene como trasfondo los estudios sobre la sexualidad de Michel Foucault,16 Judith Butler17 y Monique Wittig,18 entre otros–, manifestando un rechazo absoluto hacia la hegemonía heterosexual y el patriarcado. A su vez, se hace un llamado para desmantelar las identidades que se crean bajo el amparo de las dos instituciones anteriores. La teoría queer surge, entonces, como resultado de las voces disidentes de personas que intentan acoplarse a ciertos grupos, pero que, por no cumplir en su totalidad con las características que dicha organización impone, son rechazados por él. Esto se debe principalmente al imaginario que los propios gays tienen de sí mismos, es decir, se adopta una actitud hasta cierto punto cerrada, en la que no se da cabida a otras manifestaciones sexuales más que la establecida para la propia homosexualidad. La identidad fundada en el sexo que han implementado los gays hace que ellos mismos discriminen a personas que, aun con una orientación diferente a la heterosexual, no comparten del todo dicha inclinación. La identidad, bajo la mirada queer, surge entonces como algo cambiante, algo que no permanece estable. Los teóricos en dicha materia apelan entonces a una sexualidad que no permanece estática, sino que es progresiva y conforme avanza la vida del individuo va cambiando.

Ahora bien, la nomenclatura “personaje gay” puede sonar un poco controversial respecto a lo que menciona la teoría queer, la de no sujetarse a una identidad. Sin embargo, este trabajo utiliza dicho término para designar un tipo de literatura que recoge experiencias vividas por personas que se sitúan al margen de una sexualidad totalizante. A su vez, como la misma teoría queer menciona, cualquier ser humano puede adoptar la identidad o postura que desee, siempre que no trate ni de imponer ni excluirla a los individuos que no se sujeten a ella. El término de literatura gay, pues, será utilizado para mostrar un enfoque. No obstante, dicho tópico no puede ser visto como algo aislado, ya que se trata de un producto artístico perteneciente a la expresión humana y, por lo tanto, forma parte de un suceso que, si bien puede ser estudiado de manera fragmentaria, concierne a un todo (la literatura) del que no se puede desprender.

Se usará también la teoría de género, que será de gran utilidad tanto para el análisis de los cuentos compilados como para el esclarecimiento de la figura gay en la literatura. El género consiste en una construcción simbólica edificada a través del binomio de lo masculino y lo femenino, quedando subordinado este último al primero, mediante una serie de relaciones de poder que lo menosprecian. Uno de los principales objetivos de la implantación del género es establecer la dependencia y subordinación de las mujeres a los hombres. La sociedad se vale de las diferencias biológicas para establecer roles que dan la apariencia de ser naturales a los seres humanos. La idea de la naturalización del género es el mecanismo de opresión mediante el cual son controlados los procesos vitales en la configuración de toda sociedad. Sin embargo, dadas sus características, tan implantadas en la cosmovisión de los individuos, es difícil creer que “actuar como un hombre” o “actuar como una mujer” se trata solamente de un artificio prefabricado en los albores de la civilización. La teoría de género es utilizada para observar detalladamente las características bajo las que se dirige la vida de los individuos. Con base en dichos parámetros se establecen los estereotipos y, de igual manera, se puede desmantelar y estudiar las identidades masculinas, femeninas, gays, travestis o transexuales.

Una rama que ha iniciado recientemente, basada en la teoría de género, es el estudio de la identidad gay en la América Latina, es decir, evidenciar el sistema de deseo bajo el cual se configura el estatuto del personaje gay. Mucho se ha dicho sobre el sistema de deseo “mediterráneo”, utilizado en Latinoamérica para designar como gay o maricón solamente al sujeto que es penetrado durante la relación sexual y que evidencia notorios rasgos de amaneramiento. Sin embargo, esta visión ha sido afectada de manera directa por el sistema de deseo “norteamericano”, donde los protagonistas de una relación homosexual entre varones son considerados gays, sin importar la participación activa o pasiva que tengan en ella. Los estudios gays latinoamericanos se encargan entonces de descubrir los matices que cubren el deseo y sexualidad del sujeto gay, para definir no sólo su identidad, sino su visibilidad política. La identidad gay forma también su propia cultura y, en el caso de México, esta se relaciona directamente con la figura del amanerado en los prostíbulos, el glamour de las divas, los lugares de ligue, el vocabulario y el acto performativo de lo masculino y lo femenino.

Ahora bien, los cuentos escogidos para este estudio –“Mapache”, de Jorge Arturo Ojeda;19 “Hoy te he recordado”, de Luis González de Alba;20 “Opus 123”, de Inés Arredondo;21 “La cuenta de los días”, de Luis Zapata;22 “El alimento del artista”, de Enrique Serna;23 y “Bernal y Beatriz”, de José Joaquín Blanco24– evidencian la manera como se ha ido construyendo la identidad y la cultura gay mexicana. En el caso de “Mapache”, de Jorge Arturo Ojeda, aparecen ya perfectamente delimitados los lugares de ligue y tolerancia. De la misma forma, la mirada en “Hoy te he recordado”, forma parte indiscutible del flirteo en una cantina heterosexual, que tiene como música de fondo una canción de Rocío Dúrcal. Así, el acompañamiento de la figura femenina en el personaje gay forma parte indiscutible de su contexto: tanto lo femenino como lo gay forman alianzas en un contexto patriarcal. En el caso de “El alimento del artista”, el “joto” está acompañado de una diva en decadencia; unen sus soledades para lograr sobrevivir en un entorno adverso. Aquí no importa ya tanto la homosexualidad del protagonista, sino su revestimiento femenino, que choca de manera directa con su deseo: la ruptura de la linealidad sexo/género/deseo se hace palpable y la identidad fija ahora es estratégica.

El exilio es un rasgo importante de la identidad del personaje gay, ya sea representado directamente mediante la huida del hogar o, de manera más sutil, a través de la búsqueda de un refugio en el arte, ante un entorno adverso. La fuga, pues, aparece como leitmotiv en los cuentos y representa un hecho esencial de la literatura gay en general. En el caso de “Opus 123”, uno de los protagonistas sale de su ciudad provinciana para estudiar música y sólo regresa ahí al amparo de la vejez y el camuflaje, de la misma forma que el protagonista de “La cuenta de los días” se aleja del hogar paterno y se gana la vida como bailarín en diversos cabarets de provincia, advirtiendo con ello que su vida sólo se encuentra dentro del escenario. De la misma manera, en “Bernal y Beatriz” se presenta un proceso de migración, donde sus personajes huyen tanto de su lugar de origen como de un estado de vida aniquilador.

El afeminamiento de la figura masculina es un elemento importantísimo cuando se desea mostrar los rasgos del personaje gay. Lo masculino y lo femenino vulneran sus fronteras y ponen en jaque el establecimiento genérico. El personaje gay, por tanto, hará una amalgama de rasgos pertenecientes a uno y otro género, que lo forjarán como objeto de mofa y desprecio. Al parecer, nuestra dicotómica sociedad no tolera una mezcla entre los aspectos de uno y otro género y se muestra violenta cuando ello sucede –peor se pondría si nuevos fueran inventados. Así, al personaje gay sólo le queda la soledad o el desprestigio como destino, en el mejor de los casos. El final de los personajes gays será la falta de una pareja estable –convención importada de la heterosexualidad hegemónica–, mantener su sexualidad al margen, ver con beneplácito la figura amada, en medio del abandono, o comprar la compañía de alguien, para terminar sus días acompañado, si su economía se lo permite.

En el recorrido que se realizará por los seis cuentos seleccionados para esta investigación hay, aparte de los rasgos ya mencionados, una crítica constante a la representación de las identidades sexuales y su repercusión en el sujeto. Igualmente, esta crítica no se constriñe solamente a la heterosexualidad, sino a los propios moldes que la homosexualidad –o el movimiento gay, para precisar más– ha ido creando. La identidad gay, por tanto, entra también en esta dialéctica del cuestionamiento y produce un enriquecimiento mayor del personaje. Así, el presente estudio busca puntos de convergencia en cuanto a la configuración de personajes, pero también propone una lectura de la homosexualidad, la representación gay y lo queer en el cuento mexicano.

Notas de la introducción


1. José Tomás de Cuéllar, Historia de Chucho el Ninfo y la Noche Buena, pról. de Antonio Castro Leal, México: Porrúa, 1975.

2. Mario Muñoz, De amores marginales, México: Universidad Veracruzana, 1996.

3. Luis Mario Schneider, La novela mexicana, entre el petróleo, la homosexualidad y la política, México: Nueva Imagen, 1997.

4. Antonio Marquet, ¡Que se quede el infinito sin estrellas! La cultura gay a fin de milenio, México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2001; El crepúsculo de heterolandia: mester de jotería: ensayos sobre cultura de las exuberantes tierras de la Nación Queer, México: Universidad Autónoma Metropolitana, 2006.

5. Carlos Monsiváis, Amor perdido, México: Era, 1977. Días de guardar, México: Era, 1971. Escenas de pudor y liviandad, México: Grijalbo, 1988.

6. Iam Lumsdem, Homosexualidad, sociedad y estado en México, México: Sol Ediciones/Canadian Gay Archives, 1991.

7. David William Foster, Gay and Lesbian Themes in Latin American Writing, Austin: University of Texas Press, 1991. Producción cultural e identidades homoeróticas, San José: Costa Rica, 2000; Ensayos sobre culturas homoeróticas latinoamericanas, Ciudad Juárez: Universidad Autónoma de Ciudad Juárez, 2009. Cultural Diversity in Latin American Literature, Albuquerque: University of New Mexico Press, 1994; Queer Issues In Contemporary Latin American Cinema, Austin: University of Texas Press, 2004.

8. Dieter Ingenschay, Desde aceras opuestas, Madrid: Iberoamericana Vervuert, 2006.

9. Luis Zapata, El vampiro de la colonia Roma, México: Grijalbo, 1979. Ese amor que hasta ayer nos quemaba, México: Posada, 1989; Melodrama, México: Enjambre, 1983; En jirones, México: Posada, 1988; La hermana secreta de Angélica María, México: Cal y Arena, 1989; La más fuerte pasión, México: Océano, 1995. Siete noches junto al mar, México: Colibrí, 1999.

10. José Joaquín Blanco, El castigador, México: Era, 1995; Mátame y verás, México: Era, 1994; Un chavo bien helado. Crónicas de los años ochenta, México. Era, 1990; Calles como incendios, México: Océano, 1981; Función de medianoche: ensayos de literatura cotidiana, México: Era, 1981; Las púberes canéforas, México: Océano, 1983.

11. José Rafael Calva, Utopía gay, México: Oasis, 1983; El jinete azul, México: Katún, 1985.

12. Jorge Arturo Ojeda, Personas fatales, México: Mester, 1975; Octavio, México: Fontamara, 1999; Muchacho solo, México: Grijalbo, 1976.

13. Miguel Barbachano Ponce, El diario de José Toledo, México: Premiá, 1988.

14. Luis González de Alba, El vino de los bravos, México: Katún, 1981; Malas compañías, México: Katún, 1984; Agapi Mu, México: Cal y Arena, 1993; Cielo de invierno, México: Cal y Arena, 1999.

15. Jorge López Páez, Doña Herlinda y su hijo y sus otros hijos, México: Fondo de Cultura Económica, 1993.

16. Michel Foucault, Historia de la sexualidad, vol.1, trad. de Ulises Guinazu, México: Siglo XXI, 1977; La arqueología del saber, trad. de Aurelio Garzón del Camino, México: Siglo XXI, 2010; Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión, trad. de Aurelio Garzón del Camino, México: Siglo XXI, 2009.

17. Judith Butler, El género en disputa: el feminismo y la subversión de la identidad, trad. de Mónica Mansour y Laura Manríquez, México. PUEG/Paidós, 2001; Mecanismos psíquicos del poder: teorías sobre la sujeción, trad. de Jacqueline Cruz, México: Cátedra, 2001; Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del sexo, Buenos Aires: Paidós, 2002; Lenguaje, poder e identidad, trad. de Javier Sáenz y Beatriz Preciado, Madrid: Síntesis, 2004; Deshacer el género, trad. de Patricia Soley-Beltrán, Barcelona: Paidós, 2006.

18. Monique Wittig, El pensamiento heterosexual y otros ensayos, trad. de Javier Sáenz y Paco Vidarte, Barcelona. Egales, 2006; El cuerpo lesbiano, trad. de Nuria Pérez de Lara, Valencia: Artes Gráficas Soler, 1977.

19. Ojeda, Personas fatales, México: Mester, 1975.

20. González de Alba; El vino de los bravos, México: Katún, 1981.

21. Inés Arredondo; Los espejos, México: Joaquín Mortiz, 1988.

22. Zapata, Ese amor que hasta ayer nos quemaba, México: Posada, 1989.

23. Enrique Serna, Amores de segunda mano, Xalapa: Universidad Veracruzana, 1991.

24. Blanco, El castigador, México: Era, 1995.