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Gabriel Serrano y Dicken Castro:
arquitectura y modernidad en Bogotá

Colombia / Comp. Carlos Rueda y German Ramírez

Bogotá: Universidad Piloto de Colombia, 2017

216 páginas: ilustraciones

Incluye referencias bibliográficas 

Texto en Inglés.

ISBN  978-958-8957-65-4

            978-958-8957-66-1(Edición Digital)

 

1. ARQUITECTURA COLOMBIANA – ENSAYOS, CONFERENCIAS, ETC

 

i. Rueda Plata , Carlos Ivan, compilador

ii. Ramírez, Germán, compilador

 

CCD 720.9861

GABRIEL SERRANO Y DICKEN CASTRO

Arquitectura y modernidad en Bogotá, Colombia

 

 

 

Presidente
José María Cifuentes Páez

Rectora
Ángela Gabriela Bernal Medina

Director de Publicaciones y Comunicación Gráfica
Rodrigo Lobo-Guerrero Sarmiento

Coordinador General de Publicaciones
Diego Ramírez Bernal

Director de Investigaciones
Mauricio Hernández Tascón

Decana Administrativa  de la Facultad de Arquitectura y Artes
Patricia Farfán Sopó

Decano Académico del Programa de Arquitectura
Édgar José Camacho Camacho

Líder de Publicaciones de Arquitectura
Catalina Osorio Mojica

Compiladores

Arq. Carlos Iván Rueda Plata

Arq. Germán Ramírez González

Autores

Arq. Carlos Iván Rueda Plata

Arq. Germán Ramírez González

Adriana Uribe Álvarez

Arq. Juan Luis Rodríguez

ISBN
978-958-8957-65-4
978-958-8957-66-1 (Edición Digital)

Primera edición - 2018

Bogotá, Colombia

Editor
Rafael Rubio Paéz

Corrección de estilo

Constanza Morales Mair

Diseño
Catalina Osorio Mojica

Fotos interiores y fotografía portadas

Ricardo Castro / Archivo Dicken Castro /
Revista
Ingeniería y Arquitectura

Desarrollo epub

Lápiz Blanco S.A.S

 

 

 


 
 

Universidad Piloto de Colombia

© GABRIEL SERRANO Y DICKEN CASTRO

Arquitectura y modernidad en Bogotá, Colombia

La obra literaria publicada expresa exclusivamente la opinión de sus respectivos autores, de manera que no representan el pensamiento de la Universidad Piloto de Colombia. Cada uno de los autores, suscribió con la Universidad una autorización o contrato de cesión de derechos y una carta de originalidad sobre su aporte, por tanto, los autores asumen la responsabilidad sobre el contenido de esta publicación.

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TABLA DE CONTENIDO

 

 

 

Introducción

Cap 1. Fuentes para una Arquitectura Funcional: El proyecto de arquitectura de Gabriel Serrano

Gabriel Serrano y los comienzos de la arquitectura moderna en Colombia

Ideas programáticas

Otras fuentes

 Cap 2. Después del dogma: La senda moderna de Dicken Castro

Útiles conceptuales. ¿Cómo entender el concepto de modernidad inmanente en la obra de Dicken Castro?

Primero fue el dogma

1948-1958: Materialidad

1958-1965: La armonía

Castro abre una senda

Por la senda de Castro

CODA

Referencias

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El ensayo muestra la postura de Gabriel Serrano como un arquitecto del “funcionalismo” en la forma como lo plantease el arquitecto alemán Walter Gropius. Rodríguez encuentra evidencias sobre Serrano como arquitecto funcionalista en sus escritos en la revista Ingeniería y Arquitectura, en Proa, en la polémica y trascendental acta de la II Bienal de Arquitectura en Colombia que tuvo lugar en 1964. Para el efecto, Rodríguez también la forma como Serrano abordó el problema del lenguaje de la arquitectura moderna a partir de 1939.  La tesis que articula este ensayo permite acotar en forma precisa la obra de Gabriel Serrano dentro del funcionalismo de Gropius definido por la secuencia esencia-técnica-forma, en la que la esencia está definida por la función y no por la forma. Según el argumento del ensayo, para Rodríguez la acepción del funcionalismo la entiende como el problema del programa arquitectónico producto del “análisis de los problemas de habitar los edificios”.

El funcionalismo tomó partido por la construcción y los programas como los “únicos determinantes de la forma”. El ensayo de Juan Luis Rodríguez parte de la revisión del libro Cuéllar, Serrano, Gómez. Arquitectura 1933-1983 (1988) del arquitecto e historiador Germán Téllez. Esta obra, que versa sobre la obra de Gabriel Serrano, es considerada por Rodríguez como una monografía extensiva. Sin embargo, precisa que Téllez no aclara las acepciones sobre los cuatro aspectos como él caracteriza la obra de Serrano: modernista, funcionalista, purista y racionalista. Muestra cómo su obra no puede ser reconocida como racionalista a partir del simple problema de la estandarización de la construcción, ni tampoco como purista en el sentido de la contemplación de la forma en sí misma. El argumento del ensayo defiende la coherencia de su obra desde la perspectiva del funcionalismo. Si bien hubo matices en la forma como abordó el lenguaje durante su ejercicio como arquitecto, Rodríguez nos indica que Serrano se mantuvo fiel a la función.  El ensayo tiene tres partes: la primera ubica el comienzo de la obra de Gabriel Serrano y de la arquitectura moderna en Colombia; la segunda desarrolla el argumento sobre la ideas programáticas que definen la aproximación funcionalista de su obra, y la tercera parte presenta los argumentos conceptuales y las fuentes que verifican la tesis del ensayo.

El ensayo sobre Gabriel Serrano permite contextualizar el planteamiento general del ensayo subsecuente y conclusivo del libro: “Después del dogma: la senda moderna de Dicken Castro”.El “dogma” se refiere a la forma como el proyecto, o manifestación dela modernidad de la que hizo parte Serrano se convirtió en una forma hegemónica de abordar el lenguaje y sentido de la arquitectura moderna en Colombia significativamente desde mediados de la década de 1940 hasta el albor de los años 1960.El segundo ensayo aborda, desde otro enfoque, el asunto de la arquitectura moderna, y lo hace desde la pregunta por cómo entender la modernidad como un proyecto inacabado, a la que se le dará horizonte desde Habermas, y la arquitectura moderna como una construcción diversa y amplia de identidades que buscan igualmente diversos proyectos de modernización en Colombia. El ensayo busca superar una concepción de la arquitectura moderna relacionada usualmente con asuntos de lenguaje formal y estilo, y precisar que lo moderno puede originarse, y de hecho se haya también enraizado en tradiciones arquitectónicas universales y locales. Esto plantea un problema más complejo de interpretación a partir de la yuxtaposición, hibridación e inflexión singular de dichas tradiciones. La interpretación de Habermas al respecto es fundamental, porque el concepto de lo moderno, como bien nos lo indica, es más antiguo que nuestro entender usual: la idea de lo moderno no está disociada de la tradición, sino que por el contrario hace parte de ella (véase Habermas, 1997).

El ensayo sobre Dicken Castro define marcos conceptuales que nos permiten aproximarnos a entender su obra y aporte a las sendas de la modernidad en la arquitectura colombiana. Estos conceptos articuladores de la interpretación de la obra nos refieren a cinco momentos o circunstancias distinguibles. La primera de estas, “primero fue el dogma”, ubica a Dicken Castro en la década de 1950 y recoge las influencias de Castro desde su formación en la década de 1940 como estudiante de la Universidad Nacional. Castro hace alusión, de un lado, al sentido profundo de los maestros hacia la arquitectura moderna, pero también, de otro lado, al carácter doctrinario de ese momento eufórico. La segunda circunstancia, “la materialidad”, presenta el conjunto de influencias de Castro, el modo particular como él acoge diversas tradiciones técnicas y materiales, su aporte investigativo a la construcción en guadua y cómo a final de la década de 1950 empieza una apropiación particular de materiales rústicos, el ladrillo entre estos.La tercera circunstancia, “la armonía”, comienza con su formación de posgrado en Rotterdam sobre vivienda de interés social. De este momento, se destacan dos proyectos emblemáticos en la obra de Castro: el pequeño refugio de fin de semana, para su familia, y la casa para su hermano Ramiro Castro (1965). Se trata de un proyecto experimental de muy bajo costo en el caso del refugio, y de una exploración de inspiración híbrida entre lo vernáculo y un modernismo nórdico de cálida expresión material que se aparta del canon asumido previamente o “dogma” en el caso de la casa para su hermano. El cuarto momento, “Castro abre una senda,” defiende la tesis de cómo él hace una inflexión, que no es del todo una ruptura, en la arquitectura moderna local, con el uso de ladrillo artesanal en mampostería expuesta junto otras artesanías locales (madera, gres) y crea una manera o lenguaje que luego va a ser apropiado en forma extensiva por otros arquitectos.La quinta circunstancia, “por la senda de Castro”, ejemplifica el aporte que él hace al contexto profesional bogotano y cómo puede rastrearse su legado en sus discípulos, entre ellos significativamente Jorge Rueda y Carlos Morales (RGM) y Jacques Mosseri.

Este segundo libro de la serie de Sendas de la modernidad nos permite conocer interpretaciones singulares y en detalle de la obra de personajes claves para la historia de la arquitectura moderna en Colombia, como son Gabriel Serrano y Dicken Castro. También nos aporta herramientas hermenéuticaspara abordar otras obras de arquitectos modernos en general. El ensayo sobre Gabriel Serrano se ha desarrollado a partir de una crítica elaborada, histórica y teórica que propone un llamado para tomar distancia prudente de los historiadores “canonizados” de la arquitectura del siglo XX y de la posible superficialidad de la crítica iconográfica. El ensayo sobre Dicken Castro plantea, no una ruptura total con el canon precedente, sino un punto de inflexión hacia otra modernidad más coherente con lo cotidiano y lo local, y con la condición de habitar poéticamente un lugar. Lo cotidiano atraviesa la sensibilidad con una mirada plural y heterogénea del contexto y hace moderno a Castro en el sentido estricto del término, porque revisa y cuestiona lo precedente para plantear lo nuevo, pero en continuidad con la tradición.

El conjunto de los dos ensayos presenta en forma más amplia dos obras de arquitectos que han tenido una influencia fundamental en encaminar la arquitectura moderna profesional en Colombia y sugieren caminos para conocer y entender mejor el conjunto de obras que han definido tradiciones importantes de la arquitectura moderna en Colombia. Las herramientas metodológicas que ambos ensayos proponen permiten abordar otros casos de estudio y así ampliar el horizonte del sentido de lo moderno, y tributan a la riqueza y complejidad de la historia de la arquitectura moderna en Colombia.

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Img 1. Portada revista de Ingeniería y Arquitectura Nº 1. Abril de 1939.

 

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Img 2. Tabla de contenido, p. 2. Revista de Ingeniería y Arquitectura Nº 1.  Abril de1939.

 

Este ensayo se basa en los escritos del arquitecto colombiano Gabriel Serrano Camargo, en dos momentos de su carrera: una serie de breves artículos publicados entre 1939 y 1942 en la revista Ingeniería y Arquitectura y el informe del jurado de la II Bienal Colombiana de Arquitectura de 1964, del cual Serrano fue coautor. Los textos se utilizan para definir la ideología que condujo su práctica profesional, de 1939 en adelante, identificándola como un programa de arquitectura. El trabajo intenta contribuir a la comprensión de la obra de la firma Cuéllar Serrano Gómez, de la que Serrano siempre hizo parte y de la que nunca aceptó ser desligado como figura individual.

Desde el año de su graduación como ingeniero-arquitecto en 1933 hasta su muerte en 1982, Gabriel Serrano trabajó como arquitecto diseñador de la destacada firma Cuéllar Serrano Gómez. Desde la fundación de la Escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional de Colombia en Bogotá, en el año 1936,hasta mediados de 1940, fue profesor de las tesis de grado en la universidad, desempeñando un papel crucial en la recepción y la definición de la arquitectura moderna en Colombia.2Entre 1939 y 1942 también estuvo a cargo de la sección de arquitectura de la revista Ingeniería y Arquitectura (1939-1946). Sus contribuciones como articulista se basan esencialmente en resúmenes, comentarios y traducciones de autores que admiraba. Sin embargo, por breves y poco originales que puedan parecer, estas contribuciones muestran un conjunto coherente de ideas, a las cuales me referiré como su programa de arquitectura.

Serrano constituye un caso excepcional dentro de la cultura arquitectónica colombiana, tanto por la notable influencia que tuvo como arquitecto y profesor, como por su empeño en escribir y difundir la arquitectura moderna.3Su escritura le diferencia de la mayoría de los profesionales de la época, cuyas opiniones deben ser buscadas en entrevistas, fuentes secundarias e incluso en los recuerdos lejanos de quienes lo conocieron. Como persona, Serrano disfrutó siempre de un enorme respeto y admiración por parte de sus alumnos y colegas. Culturalmente, sus textos proporcionan una clave para entender lo que pensaba, además de lo que pudo haber enseñado. Como profesor, es recordado y apreciado porsus estudiantes, empleados y colegas.4

Los escritos de Serrano no constituyen su principal contribución a la arquitectura. Sus textos apenas pueden tomarse como breves notas poco originales. La mayoría son resúmenes de otras revistas o extractos de libros que él consideraba importantes. A pesar de ello, son textos que dan una idea excepcional sobre los puntos de vista de un profesional muy influyente, cuya firma sirvió como modelo de empresa a seguir para muchos profesionales de la arquitectura en el país, para las cuales la producción abundante e ininterrumpida de la firma Cuéllar Serrano Gómez, constituyó siempre una referencia. La firma, además de contribuir en gran medida a definir el perfil de Bogotá, también construyó edificios emblemáticos en otras ciudades de Colombia.

Para entender a Serrano existe una exhaustiva monografía realizada por Germán Téllez Castañeda, hecha a partir del análisis del archivo de la firma y de entrevistas personales con todos sus miembros. El trabajo de Téllez contiene una extensa selección de edificios y juicios que documentan con claridad la evolución de la producción durante cincuenta años (Téllez, 1988). El trabajo identifica la arquitectura de Cuéllar Serrano Gómez de cuatro modos diferentes: modernista, funcionalista, purista y racionalista, sin utilizar una acepción específica para ninguno de los términos. Sin embargo, del análisis de los textos que presento en este trabajo, resulta que Serrano se limita a hablar de arquitectura contemporánea y Arquitectura Funcional. El análisis también hace evidente que alguien tan notorio como Le Corbusier no es tan mentado como F. S. R. Yorke y William Lescaze, figuras de poco reconocimiento hoy en día en el medio colombiano. Entre las figuras de mayor renombre se menciona a Gropius, quien se lleva los mayores aplausos.

 

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Img 3. Traducción del artículo de Walter Gropius sobre Arquitectura Funcional por Dario Achurry. En revista de Ingeniería y Arquitectura  Nº 1. Abril de 1939. p.57

 

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Img 4. Traducción del artículo de Walter Gropius sobre Arquitectura Funcional por Dario Achurry. En revista de Ingeniería y Arquitectura Nº 1. Abril de 1939. p.58

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Img 5. Proyecto de un club. Composición 1. Profesor: Manuel Samper, Alumno: Gabriel Largacha. En revista de Ingeniería y Arquitectura  Nº 33. Febrero de 1942. p.5

 

A pesar de no hablar específicamente de una ideología, Serrano tiene una idea clara de lo que ésta sería como proyecto de arquitectura. Lo expresa en sus escritos de 1939-42 en la revista y lo confirma más de veinte años después, en 1964, a través del fallo de la II Bienal Colombiana de Arquitectura. Se opone a lo que considera “esteticismo”, entendido como el tipo de arquitectura moderna que por lo general se asocia con la arquitectura orgánica, y se opone también a lo que llama “industrialización excesiva“. Su proyecto está situado en el camino medio entre la adaptación pragmática de métodos de construcción y diseño y un tipo conservador de funcionalismo.

Conceptualmente, su arquitectura apenas si sería “purista” debido a la simplicidad de sus formas pero no en términos del “purismo” de Le Corbusier y Ozenfant; y apenas si sería “racionalista” debido a la importancia que da a la construcción, pero no en términos del racionalismo de la vivienda masiva de producción en serie. De Gropius aprendió que la “esencia” del diseño arquitectónico radica en la “función” y, aunque sus formas cambiaron y evolucionaron, mantuvo esta posición a través de toda su carrera.

El análisis de Téllez lo presenta como una figura compleja que comenzó siguiendo las tendencias de moda del momento para convertirse paulatinamente en un arquitecto maduro con su propio lenguaje. Según mi análisis, fue un funcionalista consecuente y sin remordimientos durante la mayor parte de su vida profesional. Formado en la tradición de “los estilos”, es notorio cómo, a partir de 1939, empieza a quedarse con el estilo “moderno” y cómo su ideología toma la forma del funcionalismo de Gropius y para no volver a cambiar durante el resto de su vida. Aunque no pasa de ser una conjetura, esta es también la ideología que pudo haber difundido como profesor.

Manfredo Tafuri identificó claramente el papel activista de los historiadores de la arquitectura moderna como una “crítica operativa”. Detrás de esta instancia de Tafuri hay un claro menosprecio a los historiadores por dedicarse a hacer crítica en lugar de hacer historia y, especialmente, por intentar encausar la arquitectura a su agrado. Esto significa que por importante que haya sido el papel cultural jugado por ciertos arquitectos como Mies, Gropius o Le Corbusier, las funciones desempeñadas por Giedion, Russell Hitchcock y Johnson, Pevsner, Banham o Zevi, pueden haber sido tan determinantes en la definición y promoción de lo moderno como las de los arquitectos. Tafuri también contrapuso la idea de los orígenes múltiples en contra del origen único, lo cual significa que los acontecimientos históricos no se pueden reconstruir lineal y ordenadamente, sino a través de rutas “tortuosas”. Sin embargo, por mucho que Tafuri contribuyera a hacer visibles los activismos críticos disfrazados de historia y la artificiosa linealidad de las construcciones historiográficas, contribuyó también a perpetuar la idea de que había, después de todo, una unidad que podía llamarse arquitectura moderna.

Un mismo tipo del acercamiento simplificado, desenmascarado por Tafuri en escritores norteamericanos y europeos, aparece en la historiografía colombiana en lo referente a lo moderno, premoderno, transitorio, o verdaderamente moderno. Mi análisis de los escritos de Serrano pretende ensanchar la discusión sobre el estado del modernismo arquitectónico, así como plantear los términos de discusión para un modernismo arquitectónico más amplio; incluso para un modernismo del siglo XXI.

Sostengo que “lo moderno”, a secas, es demasiado vago y, como tal, no es conceptualmente útil para entender a Serrano o a cualquier otro arquitecto de la época. Lo moderno termina siendo un atajo para todos los que, sin dejar por ello el modernismo, siguieron caminos tan diversos como el “racionalismo” de la industrialización, el “purismo” de la estereometría pitagórica, las múltiples variantes del naturalismo organicista o las ultra-anticapitalistas variantes soviéticas.

Cuando se intenta usar lo moderno como un concepto para analizar el trabajo de un arquitecto como Serrano, lo moderno se revela como un concepto problemático por cuanto se utiliza para hablar de demasiados aspectos y de maneras muy diversas. En vez de esto, siguiendo elanálisis propuesto por Sarah Goldhagen, en Modernismos ansiosos (2000) y Algo de qué hablar (2005), abogo por un uso más afinado del término, que pueda responder a las numerosas “dimensiones” del modernismo. Los términos racionalista, purista y funcionalista no son intercambiables. Cada uno corresponde a una reflexión particular sobre el papel de la forma en la arquitectura y a distintas posiciones históricas con relación a la construcción y al diseño. Sostengo que Serrano era un funcionalista y que tanto su escritura como su diseño demuestran un acercamiento funcionalista a la arquitectura, diferente a los del purismo y el racionalismo, en sentido estricto.

Este ensayo se divide en tres secciones. En la primera sitúo a Serrano en el contexto arquitectónico colombiano de los años 30 y principios de los años 40, resaltando su importancia cultural. En la segunda reviso la participación temprana de Serrano en la revista Ingeniería y Arquitectura, así como su posterior participación, en 1964, en la Bienal Colombiana de Arquitectura, argumentando que su programa ideológico estuvo siempre comprometido con la ideología funcionalista. En la tercera, concluyo sobre la relación entre fuentes y programa.

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Para introducir a Serrano a un público general, su importancia cultural se puede acentuar a partir de un paralelo con el papel de Walter Gropius (1883-1969) en los Estados Unidos. Al igual que Gropius, Serrano fue también una figura clave en la introducción de la arquitectura moderna, a través de sus edificios y a través de su influencia como profesor en la Universidad Nacional. Así como Gropius compartió su papel de pionero en los Estados Unidos con otros como Mies van der Rohe, Richard Neutra y Eric Mendelsohn, Serrano lo compartió en Colombia con Leopoldo Rother, Bruno Violi y Carlos Martínez.

En Estados Unidos es un hecho ampliamente aceptado que la modernización de la escuela de arquitectura de Harvard comienza en 1937 con la designación de Walter Gropius como director de la Escuela de diseño, Graduate School of Design (GSD). Este nombramiento “revolucionó la educación arquitectónica y colocó a Harvard a la vanguardia en los Estados Unidos” (Bunting, B. y Henderson, M.,1985). De igual manera, se acepta consensualmente en Colombia que la modernización de la arquitectura en el país se dio, en gran parte, a través de la escuela de Arquitectura de la Universidad Nacional, en Bogotá, debido a la participación de arquitectos como Leopoldo Rother, Bruno Violi, Carlos Martínez y Gabriel Serrano. El nombramiento de Serrano en la escuela, entre 1936 y 1940, contribuyó a revolucionar la educación arquitectónica y puso a la Universidad Nacional a la vanguardia en Colombia.

El sentido de la importancia del plan de estudios introducido por Gropius en Harvard no ganaría peso real en la escuela colombiana sino hasta finales de los años 40, cuando algunos graduados de Harvard comenzaron a trabajar en la escuela de Bogotá. Entre tanto, la marcada presencia de individuos como Rother, Violi, Martínez y Serrano se anticipó a dejar una profunda huella en el carácter de la escuela y de sus primeros alumnos. Hubo, por supuesto, otros profesores implicados, pero estoy reservando para este grupo la categoría de pioneros, basado en el consenso no escrito de que, a pesar de su educación anterior y de experiencias profesionales disímiles y sin importar su carencia de experiencia en la educación, fueron estos quienes lideraron la defensa de una causa común, en pro de la arquitectura contemporánea.

Mientras Europa se sumergía en la guerra, Rother y Violi habían huido de Alemania e Italia, respectivamente, para trabajar en Colombia para el Ministerio de Obras Públicas, la institución a cargo de los edificios públicos y las vías nacionales, que incluían carreteras y ferrocarriles. Rother había sido empleado público del gobierno alemán5, construyendo principalmente escuelas. Cuando llegó a Bogotá en 1936, a la edad de 42 años, ya había pasado por las estéticas del neoclasicismo y el expresionismo y estaba en ese momento en la del funcionalismo (Rother, H.,1984). Violi, quien llegó en 1939, a la edad de 30 años, había tenido también una doble formación estética en Italia: la del neoclasicismo de las academias, por un lado, y el rigor técnico de la Escuela Politécnica de Milán, por otro. Había trabajado con arquitectos tan importantes como Auguste Perret y Denis Honegger, para luego hacer un desvío “racionalista” y volver posteriormente a un “feroz” neoclasicismo (Rother, H. 1986). Por su parte, Martínez había estudiado arquitectura y urbanismo en Francia, donde recordaba haber asistido a conferencias dictadas por Le Corbusier y sorprenderse por su peligroso encanto, al que comparaba con el del “Flautista de Hamelin”. Como urbanista, Martínez promovió siempre la modernización de la ciudad, de una manera que más adelante probaría ser amargamente anti-corbusiana, cuando Le Corbusier, Wiener y Sert fueron contratados para hacer el Plan Regulador de Bogotá. Junto a estos Serrano, quien en ese entonces no era un arquitecto titulado, sino un ingeniero de la Universidad Nacional que había trabajado como dibujante en oficinas arquitectónicas durante sus años de estudiante, bajo el amparo del estilismo practicado en ese entonces en Bogotá: inglés, francés, español, californiano, y años después, el neocolonial –del cual la firma Cuéllar Serrano Gómez también fue partícipe–, antes de su capitulación final a favor del funcionalismo modernista.

Rother, Violi y Serrano representan, en la Nacional, un liderazgo educativo equivalente al de Gropius en Harvard. Como profesionales practicantes sin experiencia en la enseñanza pero llamados repentinamente al deber, estos arquitectos hicieron parte de un grupo más grande de profesores que se convirtieron en pioneros o fundadores de una primera generación de arquitectos producidos en Colombia. A diferencia de Gropius en Harvard, como por estos lados no había mayor cosa que reformar, su misión era inventar algo desde cero.

Desde el frente editorial, fue Martínez quien estableció su propio y exclusivo museo moderno de arquitectura colombiana, liderando su propia reforma desde la revista Proa6, a partir de 1946, y de forma similar a como Philip Johnson y Henry Russell-Hitchcock lo hicieran en 1932, cuando definieron la arquitectura moderna como el estilo internacional, a través del Museo de Arte Moderno de New York. La anterior revista, Ingeniería y Arquitectura, nunca tuvo el impacto cultural de Proa, la cualcondujo la opinión y dirigió la cultura arquitectónica colombiana por más de dos décadas. En contraste, la revista en la que Serrano se ocupó de la sección de arquitectura fue, en buena parte, olvidada.

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